Crítica de “Bienvenidos al fin del mundo”

El trío compuesto por Edgar Wright, Simon Pegg y Nick Frost regresa para completar la trilogía que se inició casi una década atrás con “Zombies party”. El foco de la sátira esta vez pasa a centrarse en una especie de apocalipsis nostálgico en el que se ven implicados robots de sangre azul cuya denominación podría dar por sí misma un extenso debate en el que, por supuesto, no entraremos (porque entonces no salimos de él, pero si algún lector da con la palabra clave para ellos, ¡le ruego que la comparta!).

“Bienvenidos al fin del mundo” despega de forma interesante. Simon Pegg es Gary King, un tardoadolescente (un tipo grande, pisando los 40) con una única idea en su cabeza: completar el recorrido de la milla dorada, la cual consiste en beber una pinta en cada uno de los 12 pubs que la componen. Pero no puede hacerlo solo; necesita a los colegas que lo acompañaron en el primer intento, cuando todavía eran unos críos y podían comerse el mundo. Así que Gary se encarga de reunir a la cuadrilla: Martin Freeman, Paddy Considine, Eddie Marsan y Nick Frost son respectivamente Oliver, Steven, Peter y Andy, quizás lo más acertado de toda la película. No se puede tener ninguna queja con un elenco central como éste; los maduros traviesos de Edgar Wright se combinan bien entre sí y en ellos se deposita la confianza.

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Uno de los grandes problemas de “Bienvenidos al fin del mundo”, que también es su baza a favor, es el humor. Después de haber visto “Zombies party” y “Arma fatal”, los mismos chistes y las mismas situaciones cansan. No dudo de que sea una película bastante graciosa y una visión más o menos original del fin del mundo, pero al mismo tiempo me da la impresión de que es un trabajo entre amigos para amigos, algo un poquito endogámico que impide a los espectadores medios, los que no son fans acérrimos de Pegg y cía., disfrutar de todo su potencial. Por lo que respecta al lado cómico de la película, no hay abundancia. La generosidad de las risas se perdió en alguna parte, y aunque sus predecesoras tampoco son desternillantes, aquí se quedan más cortos todavía. De los 109 minutos que dura, tres son los momentos brillantes que puedo rescatar: tres, es decir, los cuento con una mano y me sobran dedos. El resto, crea, peca de tener demasiada seguridad, de dejarlo todo -o casi todo- en manos de Pegg y Frost. Son una pareja que relucen con luz propia y es impensable negar la vis cómica, pero no pueden cargar con todo el peso de la cinta. El guión debería ayudarles.

the-worlds-end2[1]En cuanto a la parte más dramática de la historia, lo que podría haber salvado a “Bienvenidos al fin del mundo“, es bastante superficial. Hay muchos mensajes que se pueden tomar; una crítica a lo que se considera hoy en día “ser maduro”, crítica a las tecnologías, crítica a la nostalgia, crítica al peligro de estancarse, crítica a…  Cuando veo todos los mensajes que quiere transmitir, me viene un refrán a la cabeza: el que mucho abarca, poco aprieta. Si la faceta cómica de la película es floja, su parte seria lo es aún más. Así pues, el híbrido resultante es un ser enfermo, debilucho que a duras penas puede tener una existencia más allá de los mentados 109 minutos. Hay que estar de un humor muy especial para que “Bienvenidos al fin del mundo” llegue a calar.

Con todo, os digo que no es una mala película. Invita a la reflexión, aunque sea momentánea, te llevas alguna risa y acompañas a  toda la barra a hacer la milla dorada de los pubs, una idea que, sin duda, va a arraigar más fuerte en los corazones del público. Puede que hay algo que me haya perdido o que no haya sabido interpretar. Si vosotros la habéis visto, ¿me haríais el favor de comentar los aspectos en los que diferís?

Además, me molesta que no haya sido un gran asunto porque es una de esas producciones que mima los detalles. Os dejo un dato curioso sobre los protagonistas: todos los apellidos de la cuadrilla hace referencia a miembros de la corte. Gary King es el Rey y así se autoproclama varias veces, pero atended al resto: Andy Knightly, Peter Page, Steven Prince y Oliver Chamberlain. Incluso los nombres de los pubs están ligados a lo que ocurre en su interior. ¿Cómo, por el amor de Dios, se puede desperdiciar un potencial tan asombroso? Tal vez el formato más adecuado para “Bienvenidos al fin del mundo” sea la novela gráfica.

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