Crítica: “El doble”, de Richard Ayoade

Richard Ayoade, quien ya debutó tras la cámara con varios capítulos de diversas series y el largometraje “Submarine“, vulve a la carga con una adaptación contemporánea de la obra de Fiódor Dostoyevski. Como ya comentamos al respecto de este autor, sus novelas e historias encumbran el ránking de los escritores más adaptados a la pequeña y gran pantalla. En este caso, la elegida es “El Doble”.

Crítica de “El doble”

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En primer lugar, cabe hacer un pequeño resumen del argumento: un oficinista gris, apocado y silencioso se ve ahogado por la rutina. No consigue destacar en el trabajo ni consigue llamar la atención de la chica que le gusta, su vida es una neblina de automatismo, conformismo y mediocridad. Un día, sin embargo, aparece un clon suyo con una personalidad diametralmente opuesta. Es todo lo que él no puede ser, pero, además de eso, le roba sus logros y sus deseos, aunque al menos le ofrece una ruptura de lo anodino.

Este drama psicológico ambientado en un contexto actual, aunque indeterminado, sirve para reflexionar no tanto en la burocracia, sino en cómo el trabajo mecánico y aburrido incide en la personalidad del individuo despersonalizándolo, si me permitís la paráfrasis. También habla del temor de que exista un mejor yo que barra cualquier anhelo personal y sea capaz de arrebatarnos lo que queramos delante de nuestras narices. De pasada, toca la injusticia, el aprovechamiento y las relaciones laborales tóxicas. El amor es un elemento importante en la vida de uno, casi un motor podría decirse, y en “El doble” no es menos. Sin embargo, su importancia solo se sostiene en el juego del guión: es una excusa, no una vía, un pretexto para mostrarnos cómo el doble puede conquistar con facilidad pasmosa cualquier meta que nos pongamos.

La reflexión del maestro ruso de las letras se vende al escenario. Ayoade tiene un universo característico y particular, pero, a mi modo de ver, demasiado críptico y poco funcional como para que pueda dejar poso. Crea una distacción con el mundo raro que recrea en vez de un entorno en el que situar sus personajes, aunque estos, se lo concedo, se adaptan y los incómdos realmente son los espectadores. O yo, tampoco voy a poner en boca de los demás lo que tal vez no compartamos.

thedouble_04-thumb-630xauto-41871[1]La cadencia de la película resulta un lastre. No tiene ritmo, el desarrollo, que está porque se supone que cuenta una historia y la cámara no se queda varada mostrándonos solo un plano interminable, avanza a tientas hasta que el doble aparece. Es un buen efecto para mostrar el aburrimiento y la monotonía que sufre el personaje principal, pero llevado al extremo puede producir no solo rechazo, sino desinterés… porque lo cierto es que el doble tampoco tiene la suficiente fuerza para cambiar el rumbo de la película y darle un vuelco. Por unos minutos, se experimenta un incremento de la atención y curiosidad, pero no tarda en decaer. De nuevo, considero que la culpa la tiene esa ambientación extraña y desviada porque sí, unos personajes que carecen de naturalidad propia, algo que se asemeja más a una mala obra de teatro posmoderno/experimental.

Como es su propósito, tiene raíz de sátira. La crítica es evidente, pero la dosis de humor es tenue y en los 90 y pico minutos de duración consigue, como mucho, arrancar una sonrisa. La reflexión, no obstante, nunca se produce. No hay un “clic”.

El sustento de la cinta son las actuaciones de Jesse Eisenberg, especialmente cuando coincide consigo mismo. El resto del reparto está comedido, como en la misma neblina de esa ciudad inventadada. Mia Wasikowska poco consigue más que granjearse el odio inmediato por sus pocas luces y su comportamiento injustificado.

No me gusta calificar una película con una nota numérica, pues no creo que me esté rindiendo cuentas, pero si tuviera que asignarle un valor… no llegaría al 5. Me gusta Richard Ayoade, me gustan sus actores y me gusta la idea que expone. ¿Dónde está el problema? Pretende ir más allá, pretende crear cuando lo que realmente tiene que hacer es dotar. Espero que su próximo trabajo sea más completo y no se pierda en la tentación de recrear universos sin una resistente red de diálogos y situaciones, como mínimo, interesantes.

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