Crítica: “Exodus: Dioses y Reyes”

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Nota: 7

¿Playa o montaña? ¿Papá o mamá? ¿”El Padrino” o “El Padrino II”?… Efectivamente, estas son las típicas preguntas a las que se suele acudir cuando se buscan típicas preguntas. La cuestión es que, desde ahora hay una nueva que añadir: ¿Noé o Moisés? El 2014 nos deja dos pasajes bíblicos convertidos en blockbuster… ¡Y no tengo claro cuál me gusta más! Lo se, “Noé” era gloriosa, pero es que Ridley Scott se ha marcado un “Moisés Begins” que quita el sentido. El hombre que parió “Blade Runner” o “Alien, el octavo pasajero” apela a la épica que tanto le gusta desde el éxito de “Gladiator” y construye una cinta visualmente impecable que nos hace recordar por qué se inventó esto del 3D.

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Comenzar por aplaudir las bondades visuales de un filme puede resultar preocupante, pero no es el caso. Lo que ocurre es que “Exodus: Dioses y Reyes” lo primero que hace es entrarle a uno por las retinas, logrando hacer que te sientas pequeño ante la inmensidad mesiánica del antiguo Egipto recreado por el bueno de Ridley. Es el paso con el que da comienzo la particular crónica de una obsesión elaborada por un Christian Bale decidido a convertir en tormento la vida del hombre que liberó de la esclavitud a 600.000 hebreos. El viaje del héroe no es tan paradigmático y oscuro como el 3de Russell Crowe y su Noé, pero es que Moisés comienza ya por ser un auténtico héroe, encaminándose a la categoría de “Dios”. Dudas, amores, odios, rencores y miserias son las que guían los pasos de un personaje hipnótico. Otra clase magistral de nuestro querido Bale.

Todo protagonista que se precie debe tener un buen antagonista. Para ello existe el Ramsés II de un Joel Edgerton que se empeña en que su personaje sea tan frágil y turbador como el propio Moisés. De hecho, Edgerton y sus andares de “cani” se convierten en la gran sorpresa de la cinta. Tiene tales aires de grandeza que solo le falta construir un polideportivo… Los hermanastros resultan así tan parecidos en esencia que logran que pasemos por alto ciertos deslices con el resto del reparto. Si algo podemos reprocharle a “Exodus: Dioses y Reyes” es el hecho de que las apariciones de Sigourney Weaver, Ben Kingsley o Aaron Paul estén desdibujadas hasta lo desconcertante. Personajes que deberían impulsar los pasos de los dos protagonistas son demasiado obviados en lo que parece un claro sacrificio de sala de montaje, lo que provoca que, por momentos, las decisiones Moisés y Ramsés se precipiten de forma injustificada. Al menos con John Turturro y nuestra María Valverde se cumple el mínimo de atención a los personajes.

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No faltarán quienes dediquen pérfidos comentarios contra la película de Ridley Scott. No hay regla más válida que esa de “para gustos, los colores”. En cualquier caso, todas esas personas que apunten su dedo acusatorio a la magalomanía del director, han de reconocer que también esperaba ansiosas la sucesión de plagas bíblicas y la apertura fluvial de nuestro querido Moisés con no menos ansias de grandeza visual. Christian Bale y Joel Edgerton no son mejores que Charlton Heston o Yul Brynner en “Los 10 mandamientos”. Tampoco son peores. Son simplemente distintos, como también lo es el mundo 58 años después de aquella película… ¡Y nos encantan!

Héctor Fernández Cachón

@HectorFCachontwitter3