Crítica | “Filth”

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Filth comienza como una travesura para poligoneros. La rutina de sexo sórdido, alcohol, cocaína y diálogos esquizofrénicos nos pone en guardia. No sabemos muy de qué va todo esto, al parecer pretende estimular nuestro sentido del humor amparándose en el clásico detective corrupto, drogadicto y pasado de vueltas que se dedica a humillar al que se interpone en su camino. No sé si es que no entiendo muy bien el humor escocés o es que el guión no tiene mucha gracia, pero a los 20 minutos ya estamos saturados de tanta raya y gestos de loco.

Filth está basada en la novela de Irvine Welsh (Trainspotting) y su estilo es fácilmente reconocible en el guión de Jon S. Baird. Pero si buena parte de los personajes de Trainspotting despertaban simpatía, Bruce (James McAvoy) resulta bastante cansino. ¿Por qué? Durante el inicio de la película no encontramos ni una sola faceta original en él. Tan solo es otro poli trastornado por las drogas y por un pasado oscuro.

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Cuando este pasado comienza a salir a la luz, la cinta gana en matices y recuperamos el interés. Bruce sigue enchufando como si no hubiera un mañana, pero sus paranoias nos adentran en la vertiente dramática de la película. Algo sucedió en su niñez que ha marcado su vida y le ha empujado a convertirse en un ser mezquino balanceándose en el filo de la navaja.

De esta forma, Filth apuesta por combinar humor negro con tragedia confiando en que el empaste sea efectivo y dote de mayor enjundia a la película. Pero tampoco funciona muy bien.  La trama avanza a empellones sin encontrar un tono coherente en ningún momento. Tan pronto pretende hacernos reír como asustarnos. Una paja por aquí y un niño muerto por allá.

¿Nos podemos reír con Filth? Bueno, cada espectador tiene sus preferencias. En mi opinión, el humor soez es tan respetable como cualquier otro. No soy de los que defiende el humor inteligente, una de las mayores gilipolleces que se suele escuchar cuando se atacan los chistes sobre pedos y vómitos. Una chanza sobre Nietzsche puede ser mucho menos inteligente que un chascarrillo sobre fotocopias de penes. El humor inteligente es aquel que hace reír evitando lugares comunes y soluciones de trazo grueso. Un pene puede ser muy inteligente si se utiliza de forma adecuada… En un contexto humorístico, me refiero…

El humor de Filth, en general,  no es inteligente no porque trate sobre llamadas obscenas y colocones estratosféricos, sino porque no hace mucha gracia. Eso sí, hay ciertos momentos graciosos, aunque ahora, sinceramente, no me acuerdo de ninguno, pero lo hay… Quizás la actitud mezquina de Bruce con respecto a sus compañeros, liándolos a todos para conseguir su objetivo tenga su punto…

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Al final nos tenemos que quedar con la interpretación de James McAvoy como mayor atractivo de la película. Xavier cuelga los hábitos de pastor de mutantes y se entrega en cuerpo y alma a su papel. Sus movimientos y gestos nos muestran que sabe de lo que habla o que es muy buen observador, pero tal vez exagera un poco su actuación, arrastrado por un personaje al filo del esperpento. No obstante, el final sorprende, y nos entrega una imagen más compleja del personaje.

Filth no aburre, se pasa rápido y en algún momento llegas a sonreír, pero su mezcla de tono, entre el drama y la comedia gamberrilla, patina. Al final, ni una cosa ni otra.

Lo Mejor: James McAvoy sorprenderá a sus fans.

Lo Peor: Muy rutinaria en su sentido del humor. La mezcla de géneros no funciona.

Escrito por David Rubio para Alucine