Crítica | “Interstellar”, de Christopher Nolan

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Nolan no es la gran esperanza blanca que se nos prometió, o que quisimos prometernos a nosotros mismos. Tras Memento, una de las mejores películas de la primera década de siglo XX, muchos quisimos abrazarnos a un nuevo mesías del cine contemporáneo, un hábil artesano de la narración cinematográfica, capaz de convertir en únicas, historias que, sobre el papel, eran triviales. Eso nos atrapó. El truco final fue otra muestra de ambición narrativa. Pocos cineastas del mainstream eran capaces de imaginar lo que planteaban los hermanos Nolan y que Chris ejecutaba. Y la trilogía de Batman, la que abrió definitivamente las puertas de Hollywood al director británico.

Y luego llegó Origen. Más o menos a la hora de película, algo raro pasó. Empecé a entornar los ojos. Nolan me cansó. Durante la última media hora de Origen quise correr para no volver. El artesano de la narración de Memento se había transformado en un pesado. Un pesado con carta blanca. ¡Qué peligro! Nunca más he sabido nada de esa obra maestra llamada Origen. Pero quise hacer cómo si no hubiese pasado nada y confíe en los hermanos Nolan para su desembarco en la ciencia ficción.

Nolan ha confirmado con Interstellar que no es la gran esperanza blanca. La película ha tenido bastante buena acogida, pero los defectos del cine del director británico siguen más presentes que nunca. Y también, algunas de sus virtudes, claro. Pero creo que el dinero a espuertas que recibe Nolan es una de las paradójicas causas de su decadencia. A más dinero, menos trabaja el aspecto meramente narrativo de sus películas. Cuando Nolan pulía pequeños artefactos en su taller, era capaz de convertir en único lo cotidiano. Ahora que trabaja en una factoría rubenesca, sus aparatosas obras convierten en ordinario, lo que debería ser único.

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El director británico anda detrás de la perfección. Eso lo sabemos todos. Pero cuanto más perfeccionista se nos vuelve, más ridículo resulta. Interstellar quiere abarcar mucho. Tenemos drama familiar, aventura espacial, un poco de acción sobre hielo y agua, mucha monserga científica, y —sálvese quien pueda— un discurso new age. Escuchar a McConaughey, tras más de 100 minutos de aventura espacial, decirle al robot TARS (o CASE, no sé) que el amor bla, bla bla… No me jodas, Nolan, ¿tú también?

Sí, hay algo diferente en Interstellar. Y es la faceta más negativa de la película. Siempre se ha dicho que las películas de Nolan son frías y cerebrales. No estoy del todo de acuerdo. Son, o eran, muy cerebrales en su entramado narrativo, y eso las hacía estupendas, especialmente en el caso de Memento. Pero también emocionaban. No tiene por qué aparecer un personaje llorando a lágrima viva delante de una pantalla para que una película emocione. En Interstellar, Nolan confunde emoción con cursilería. Y como siempre, no le vale con una taza, necesita tres. Hace tiempo que este hombre no tiene medida. Y si en cualquier ámbito artístico no tienes medida, lo bueno se transforma en regular y lo malo en pesadísimo.

Nolan no es un poeta. Es un narrador y un estratega. En Interstellar maneja varios lenguajes, toca varios géneros y el resultado no es positivo. Cuando la película quiere ser lírica resulta almibarada. Y ese es un pecado mortal. La última película de Nolan no me emociona, me entretiene bastante, pero no me emociona. Y ni mucho menos me fascina que es, sin duda, el objetivo del director británico; fascinar al espectador.

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Cuando en su día criticamos negativamente El árbol de la vida, dijimos algo así como que a Malick había que exigirle más y mejor. No es el caso de Nolan. Creemos que el director londinense ha tocado techo. No da para más. Ojalá nos equivoquemos, pero si echamos la vista atrás, empezamos a darnos cuenta que, salvo Memento, el resto de su producción, no alcanza la calidad con la que muchos la habíamos etiquetado.

No nos extenderemos con algunos errores menores de la película que ya han sido comentados en muchas otras críticas. Solo decir que 160 minutos son muchos. No es lenta, tampoco aburrida, pero por momentos da la sensación de que se desaprovecha el tiempo (y los millones de dólares). Nolan quiere explicarlo todo, como siempre, y entre explicación y explicación, entre lágrima y lágrima, la película ya nos ha perdido. La apoteósis new age final, no nos recupera…

Lo Mejor: la música, con mucha diferencia. Los escenarios. Entretiene.

Lo Peor: Almibarada cuando quiere ser lírica y pesada cuando quiere ser técnica. Buena parte del reparto ejerce más bien de floreros. A título muy personal, no soporto que repitan el nombre de un personaje más de 50 veces en una película; en este caso Lisa Simpson… quiero decir Murph…. Buff!

Escrito por David Rubio para Alucine

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  1. Pacofote Rodriguez enero 6, 2015