Crítica | “Jersey Boys”, de Clint Eastwood

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El principiante, Ejecución inminente, Deuda de sangre, Space Cowboys… Y podríamos seguir un rato incluyendo Banderas de nuestros padres, Cartas de Iwo Jima. Y apurando un poco, Mystic River. Clint Eastwood es uno de los cineastas más respetados de la actualidad, pero tiene a sus espaldas una decena de títulos irregulares o mediocres. Pero Clint rodó un buen día Sin Perdón, y todo lo demás importa poco. Es así. Si pienso en el Clint actor, me vienen a la cabeza las películas con Leone, claro. Y si pienso en él como director, no puedo dejar de verle al lado de un árbol, con el cielo amenazando tormenta a su espalda y bebiendo por primera vez en muchos años.

En resumen, Clint Eastwood es uno de los grandes nombres del cine de los últimos 50 años, pero su carrera como cineasta es muy irregular. Más de lo que la crítica generalizada nos hace ver. Jersey Boys es una muestra de que el insigne octogenario patina más de lo deseable cuando se pone detrás de la cámara.

Y ahora llega el momento anécdota. No deberíamos, pero hay veces que hay que soltar lastre. Hace tiempo me encontré con un escritor joven que se presentó en un taller literario que regentábamos. Al final, acabamos hablando de cine. Y el tipo se puso a reivindicar la figura de Clint como si fuera el alfa y el omega del séptimo arte. Recuerdo que para él Gran Torino era el súmmum (buena película, por otro lado). Y ante la falta de respuesta por nuestra parte, zanjó la cosa con un “tienes que ver más cine”. Hubo que morderse la lengua, claro. Lo de a ver quién la tiene más larga hubiera sido una buena escena para una peli de Tarantino, pero aquello era la vida real.

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En esta vida, todos somos políticos, entrenadores de fútbol y expertos en cine. En este último caso, como expertos que somos, tendemos a creer que nuestras películas o directores favoritos son el no va más. No solo lo creemos, estamos seguros de ello. Y cualquiera que diga lo contrario, no sabe de cine. Pero esta historia ya la conocemos. Además de tener una cierta cultura cinematográfica, es importante explicar por qué una película es buena o es mala. Vamos a intentarlo con Jersey Boys.

La última cinta de Eastwood está basada en un exitoso musical de Broadway. En descargo de Clint, podríamos decir que es un proyecto que el cogió ya precocinado y solo tuvo rodarlo. Sí, pero no vale. Un director de su trayectoria tiene una elevada responsabilidad artística. También puede decir aquello que un día dijo Dave Grohl ante una crítica: “Déjame en paz, yo estuve en Nirvana”. Clint diría: “Mira, tengo más de 80 años, he rodado Sin Perdón, uno de los mejores western de la historia, igual hasta el mejor, tú quien eres para decirme cómo tengo que plantear mis películas”. Correcto, Clint. Pero aun así, no me sirve.

Veo acercarse a la pantalla a un chaval de fuerte acento italoamericano. Y me empieza a hablar. Es un recurso que, en pequeñas dosis, puede ser eficaz, pero Jersey Boys no tiene medida en esta faceta. Scorsese ya lo quemó. Y cualquiera que lo utilice detrás suyo y en su mismo contexto, huele a chamusquina.

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Los diálogos son bastante ágiles en la primera parte de la película. Pero pronto caemos en la cuenta de que vamos a ver otro ortodoxo biopic musical caída-ascenso-redención. Por eso, Inside Llewyn Davis es una de las mejores películas musicales de los últimos tiempos. Por ofrecer la otra cara de la moneda. Lo que en la cinta de los Coen es frescura y emoción, en Jersey Boys es cartón piedra y tedio. Ni siquiera Walken anima la película.

Eastwood sabe hacer biopics eficaces. Bird es muestra de ello. Jersey Boys, sin embargo, se enmaraña demasiada mostrando las dificultades internas de un grupo de éxito. También se cuela la mafia por ahí. Pero los diferentes bloques narrativos no están bien empastados, y cuando queda un tercio de película ya estamos agotados. Queremos que llegue ya la redención y esperar la próxima película de Clint.

Jersey Boys no funciona porque sus personajes son poco atractivos, porque el casting no es para tirar cohetes, porque la puesta en escena es un tanto descuidada y, especialmente, y lo más importante, porque aburre. Los Four Seasons tenían algunas canciones muy buenas. Y al final, es lo que más disfrutamos: la música. Y para eso, prefiero ir a verlo a Broadway, aunque sea un poco más caro.

Lo Mejor: Vincent Piazza está bien en su papel de Tommy.

Lo Peor: Aburrida, sin encanto y demasiado convencional.

2 Comments

  1. Isaac Lamas Martín septiembre 25, 2014
  2. Jorge Valverde noviembre 19, 2014