Crítica: “Las flores de la guerra” de Zhang Yimou

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Casi 25 años después, Christian Bale regresó a “casa”… La carrera de este actor británico se inició por todo lo alto con la interpretación de Jim Graham en El Imperio del Sol. Steven Spielberg rodó en 1987, con su habitual estilo grandilocuente, esta cinta ambientada en la ocupación japonesa de China durante los años de la II Guerra Mundial. Con 12 años, Bale se ganaba su lugar en la historia del cine interpretando a un niño transfigurado por la guerra. Un papel de enorme exigencia que el joven Bale resolvió con maestría, ayudado por secundarios de lujo como John Malkovich.

En Las flores de la guerra nos trasladamos de Shangai a Nankín para asistir a la cruenta ocupación nipona de la ciudad china. Tras la cámara, Zhang Yimou, uno de los grandes cineastas orientales de la últimas décadas. En 1991, su cine asomaba la cabeza en Occidente gracias a La linterna roja, nominada al Oscar a mejor película de habla no inglesa. Al año siguiente Yimou continuaba modelando su cine con Qiu Ju, una mujer china. El estilo de este director comenzaba a asentarse. Dominio de la técnica cinematográfica, búsqueda incansable de la belleza visual apoyada en el juego de colores e historias sencillas y emocionantes.

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A mediados de la década presentaba ¡Vivir!, uno de sus proyectos más ambiciosos. De nuevo contaba con Gong Li, actriz de gran belleza que durante años fue su pareja. ¡Vivir! hizo un recorrido por la vida de una familia china a lo largo de los primeros años de la revolución. Yimou se iba aficionando a los guiones de gran carga emocional, resuelto en este caso de manera brillante. Pero el director nacido en 1951 también sabía hacer otras cosas. En 1997, estrenó Keep Cool, una peculiar comedia histriónica en la que el cineasta chino jugaba con la técnica visual. Un cinta irregular que, no obstante, mostraba que Yimou era un director versátil.

A la postre, Keep Cool ha quedado como una rareza en su cinematografía. No tardaría en volver a las historias épicas y cargadas de emociones. Con Las flores de la guerra, Yimou apostó por un actor consolidado en Hollywood. Bale, siempre dispuesto a ponerse a prueba y a rodar con directores de gran nivel, aceptó el papel. Pero los riesgos, especialmente para el director, eran importantes.  Acudir a un intérprete reconocido en Occidente podía perjudicar su película, al menos a ojos de los críticos más ortodoxos. Y así ha sido.

Muchos han querido ver en Las flores de la guerra la cinta made in Hollywood de Yimou. No estamos de acuerdo. La historia precisa de un actor occidental que interprete de John Miller, el borrachín maquillador de cadáveres. No hay que olvidar que Las flores de la guerra está inspirada en una novela que, a su vez, se nutre de un suceso real. La cinta continúa mostrando todas las habilidades de Yimou. Y la presencia de Bale no supone ningún contratiempo para el desarrollo de la película. Todo lo contrario.

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El actor británico es uno de los mejores de su generación. Tras superar la siempre difícil madurez para un intérprete que llega al estrellato muy joven, ha ido acumulando grandes papeles (American Psycho, El maquinista, El truco final, The Fighter), aunque en los últimos años es recordado por ponerse en la piel de Batman en la trilogía de Nolan. En Las flores de la guerra, el papel de Bale funciona bien, siendo el aglutinante perfecto del choque entre dos mundos diferentes (el de las estudiantes y las prostitutas). Tal vez su evolución psicológica sea algo forzada, pero este problema procede del guión. Y es que Las Flores de la guerra adolece de un exceso de carga emocional. Yimou parece haberse pasado esta vez de la raya a nivel narrativo. En el cine, como en la literatura, hay que regular un poco las emociones, porque el espectador puede pasar, en cuestión de minutos, de llorar a fruncir el ceño. Y más tarde, a bostezar.

Un defecto menor que no empaña (del todo) un espectáculo  visual apabullante. Las Flores de la guerra es la película más cara de la historia del cine chino y Yimou ha sabido  sacarle todo el provecho al presupuesto. Al menos, a nivel estético. Zhang Yimou es uno de los directores más capacitados del mundo para acariciar la belleza cinematográfica absoluta. Aunque mucho nos tememos que en Japón esta belleza ha pasado un poco más desapercibida con tanto soldado nipón violando, maltratando y asesinando a lo largo de todo el metraje…