Crítica: “Una cuestión de tiempo”

Hay días que uno se levanta con el pie izquierdo. El día empieza torcido, probablemente por haberse dormido. Las prisas hacen que se quemen las tostadas o que se nos caiga pasta de dientes en la camisa. Es simplemente la alegoría doméstica de lo que el mundo nos tiene reservado para el resto de la jornada: una cuesta abajo constante plagada de contratiempos y sinsabores. La aventura termina en el mismo lugar donde empezó, ya que la vida acaba por devolver a nuestros hogares apenas la triste sombra del individuo que soñabamos ser ese día. Con la moral por los suelos y presas del agotamiento hay pocas cosas que puedan rescatarnos de semejante espiral de decrepitud. Una de ellas es el cine, pero el cine en su sentido más lúdico. El cine como entretenimiento. Palabras estas, que ponen los pelos como escarpias a los más puristas y que provocan el recelo de perezosos intelectuales que asocian “entretenimiento” con “descerebramiento”. Gran error sería despreciar una comedia romántica por la propia naturaleza de su género, sobre todo si la cinta en cuestión la firma Richard Curtis.

2 El director y guionista británico aparece, una vez más para salvarnos el día con un clásico instantaneo dentro del género llamado “Una cuestión de tiempo”. Al que el nombre de Richard Curtis le suene a chino, debería saber que de su pluma salieron los guiones de “Cuatro bodas y un funeral”, “Nothing Hill” o “Bridget Jones”. Por si esto fuese poco, su salto a la dirección es, seguramente la mejor comedia romántica de la última década y se llama, ni más ni menos que “Love Actually“. Hablamos del hombre que ha elevado la comedia romántica a su máxima expresión. Parece innecesario añadir nada más. Todas las cintas que hemos enumerado forman parte ya de la cultura popular. Podemos verlas una y otra vez y siempre resultan encantadoras y divertidas. Vayan grabandose en la mente el título de “Una cuestión de tiempo”, porque desde este preciso instante se viene a sumar a la lista.

3En la cinta que nos ocupa, nos encontramos con un entrañable protagonista (Domhnall Gleeson) al que su padre (el siempre genial Billy Nighy) le revela que los hombres de la fmilia tienen el don de viajar al pasado siempre que quieran. A momentos que ya han vivido. De este modo, pueden volver una y otra vez al pasado para enmendar sus errores. Tres minutos tardará en ganarles la cinta. Ese es el tiempo exacto que tarda en revelarse el secreto familiar. En cuanto a los motivos o explicaciones… ¿Para qué? En un alarde de brillantez, consciente de lo inverosimil de la situación, el director opta por despachar la cuestión sin ninguna clase de artificio. Es así y punto. ¿Si fuese una mutación genética causada por el efecto de los aerosoles en las retinas de los varones de la familia “Lake” sería más lógico? Claro que no. ¿Por qué perder el tiempo en explicaciones absurdas?

About Time trailer - videoEste no es más que el comienzo de una historia excepcionalmente hermosa y tierna. Los viajes en el tiempo acaban por resultar un mero pretexto para hablar de la vida y del amor de una manera divertida e inteligente. El “Tim Lake” interpretado por Gleeson solo pretende que su recientemente descubierto don le sirva para encontrar una novia. Así de simple y de complejo a la vez es su razonamiento. Con saltos o sin saltos temporales, todos nos enfrentamos a las mismas situaciones. El miedo, el amor, el temor a equivocarse, la pérdida… son los diferentes planos de un mismo poliedro llamado “ser humano”. Lo que ocurre es que la manera de contarlo que tiene Richard Curtis alegra el día al más pintado y eso no tiene precio.

Cuando Mary (Rachel McAdams) irrumpe en la vida de Tim, todo parece apuntar a que nos vamos a encontrar con las reglas habituales del género: nos enamoramos, todo va bien, un malentendido está a punto de destruirlo todo y finalmente el amor triunfa con beso final en el aeropuerto… ¡Que va! Aquí no. Desde que Tim y Mary se conocen, lo que ocurre es “la vida” con sus alegría y tristezas. Simple y llanamente. Eso es suficiente para llenar cualquier historia. Pero “la vida” contada con la habilidad narrativa del director es maravillosamente emotiva y divertida.

5Secuencias como el primer encuentro de la pareja o la elipsis de tres años con un increible montaje de secuencias en la estación de metro no hacen más que reafirmarnos en que Richard Curtis trae al género la dignidad que parecía haber perdido para siempre desde mediados de los noventa. El director y guionista británico siempre vuelve para hacernos recuperar la fe. Cada vez que su nombre aparece en los títulos de crédito de una película, sabemos que nuestro día va a mejorar. Llámenlo como quieran, pero esto es cine puro. 

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