El Clásico de la Semana: “Cadena Perpetua”

Argumento: Años 40. Tras haber sido acusado injustamente del asesinato de su mujer, el banquero Andrew Dufresne (Tim Robbins) es enviado a la prisión de Shawshank. Allí deberá cumplir la severa pena que se le ha impuesto: cadena perpetua. Todo el tiempo de vida que le resta al bueno de Andy habrá de pasarlo tras los muros del centro penitenciario, un mundo implacable poco apto para un hombre acostumbrado a un entorno más intelectual y menos hostil.

Tras unas primeras tomas de contacto con sus compañeros más bien traumáticas traumáticas, Andy empezará a racionalizar su forma de vida sirviéndose de su inteligencia y buen carácter para entablar buena amistad con algunos de los presos, especialmente con Red (Morgan Freeman), el jefe de la mafia de sobornos. Del mismo modo, dadas sus dotes como economista, Andy se ganará el favor de algunos carceleros así como del director de la prisión, lo que le llevará a mejorar sustancialmente su modo de vida mientras sueña con una libertad que se antoja imposible.


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¿Por qué tengo que verla?: He aquí un milagro narrativo. Tomando como referencia la novela corta de Stephen King “Rita Hayworth y la redención de Shawshank”, Frank Darabont nos regala esta maravilla del cine carcelario. Considerada por muchos como una de las grandes obras de la historia del cine, “Cadena Perpetua” nos muestra con habilidad todas las dimensiones del ser humano en un “microclima” tan hostil como es el de un centro penitenciario. Alternando con brillante pulso narrativo la crudeza de las situaciones a las que ha de hacer frente Andy y el lado más amable de la vida gracias a su relación con Red, la cinta nos invita a un viaje de casi dos horas y media que pasan como un suspiro.

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Cruda y Conmovedora. Esa sería una definición apropiada para “Cadena Perpetua”. Pese a que Andy sabe con certeza que está condenado a no sentir el viento de la libertad acariciando su rostro nunca más, su corazón es el de un hombre libre. Y ningún golpe, por duro que sea, puede convencer a su corazón de lo contrario. Esa es la grandeza de la cinta: enseñarnos que la vida está llena de momentos y de pequeños instantes que deben impulsarnos a seguir caminando para vivir esos leves segundos de felicidad impagables. “Cadena Perpetua” nos presta a los espectadores una sucesión de esos momentos, lo cual no tiene precio. No les voy a hablar del final, porque las palabras no harían honor. Disfrútenla ustedes mismos con esa narración cortesía de Freeman.

La secuencia: ¿Qué podemos decir? Algunos pájaros no pueden ser enjaulados, sus plumas son demasiado hermosas. Y cuando se van volando se alegra esa parte de ti que siempre supo que era un pecado enjaularlos. Aun así el lugar donde tú sigues viviendo resulta más gris y vacío cuando ya no están. Ustedes ya me entienden.

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