Las 9 mejores películas épicas (Parte II)

 

5. El último mohicano: Allá por 1992, el sensacional Michael Mann levantaba el teléfono para llamar a ese gigante llamado Daniel Day-Lewis. La idea era la de construir la historia de amor entre un blanco adoptado por los mohicanos (Day-Lewis) y una hermosa inglesa (Madelaine Stowe). Al mezclar todo ello con el asedio sufrido por parte de franceses y hurones, la épica está servida en una cinta magnífica.

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4. Gladiator: “Me llamo Máximo Décimo Meridio, Comandante de los Ejércitos del Norte, General de las legiones Félix, leal servidor del verdadero emperador Marco Aurelio, padre de un hijo asesinado, marido de una mujer asesinada, y alcanzaré mi venganza en esta vida o en la otra”. Russell Crowe lo explica bien clarito a las órdenes del sensacional Ridley Scott. ¿Hace falta añadir más?

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3. Lawrence de Arabia: Una de las debilidades del aquí firmante. La historia del conflictivo y enigmático oficial británico, T.E. Lawrence (Peter O´Toole) se ha ganado un lugar de honor dentro de la historia del séptimo arte. El amor por la arena del desierto convertirá a Lawrence en el líder de la lucha árabe contra Turquía en una contienda que todavía nos sigue poniendo los pelos de punta.

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2. El Retorno del Rey: Si J.R.R. Tolkien ya había dotado de grandes dosis de épica a las tres entregas de “El Señor de los Anillos”, Peter Jackson no se quedaba atrás en su adaptación cinematográfica. Ninguna de las cintas se queda corta en lo que momentos heroicos se refiere, pero la batalla de los Campos del Pelennor, el asalto a Osgiliath o la batalla a las puertas de Mordor hacen de su tercera entrega una de las grandes obras del género.

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1. Braveheart: Hay que ser un inconsciente para cargarse a toda la familia de Mel Gibson en plena niñez. Eso ya sería motivo suficiente para que, al crecer, William Wallace decidiese ponerse a patear culos ingleses con frenesí. Por si no fuese suficiente, los reincidentes ingleses consideran apropiado matar también a su amada. La cosa no podía acabar de otra forma que con William Wallace gritando “libertad” frente a miles de poetas guerreros escoceses.

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(Parte I)