Estrenos: “Marina Abramovic – The Artist is Present”

Este fin de semana llega a los cines el documental del debutante Matthew Akers consagrado a la figura de la performer serbia Marina Abramovic. El proyecto nace con motivo de la retrospectiva que el MoMA de Nueva York dedicó a Abramovic entre marzo y mayo de 2010. Tras casi cuatro décadas de performance, el prestigioso museo decidió hacer un recorrido por los actos más célebres de la serbia.

Varios artistas colaboradores se encargaron de recrear algunas de sus performances. Entre ellas la mujer crucificada, la mujer desnuda con esqueleto o un curioso acto que contaba con la participación del público: un hombre y una mujer, desnudos por supuesto, se colocaron en una puerta que daba acceso a la exposición. El visitante solo podía pasar deslizándose entre sus cuerpos desnudos.

Este último es un ejemplo elocuente del trabajo de Abramovic. La serbia siempre ha puesto su cuerpo y su cerebro a prueba en cada uno de sus actos. Al principio de su carrera, por ejemplo, se grabó mientras golpeaba rítmicamente con un cuchillo entre los huecos de los dedos de su mano puesta sobre una mesa. No siempre acertaba en el hueco…

También puso a prueba su voz gritando hasta la extenuación o se peinó compulsivamente repitiendo: “el arte debe ser bello, el arte debe ser bello…“. A Abramovic nunca la ha interesado la belleza ni la estética más clásica. Siguiendo los pasos de Joseph Beuys, entre otros, ha intentado provocar, excitar y soliviantar a su público con nuevas pruebas de fuego para su cuerpo y cerebro. Y, como suele suceder en estos casos, también ha habido algo de marketing promocional, situaciones absurdas y fuegos de artificio. A finales de los 80 partió de un extremo de la Gran Muralla china para encontrarse en el centro con su compañero de andanzas artísticas Ulay. ¿Vacaciones pagadas?

El documental se centra especialmente en su última performance en el MoMA en la que, mientras duraba la retrospectiva, Abramovic se sentó en una silla. En frente, otra silla podía ser ocupada por cualquier visitante que lo deseara. Todo ello seis días a la semana durante más de 700 horas. También hay lugar para las conversaciones de backstage, las entrevistas y las discusiones sobre el sentido del arte.

En suma, un documental en el que Abramovic está muy presente e indicado para aquellos espectadores que buscan algo diferente en la sala de cine.