Para ser sincero, no es una sorpresa que Thomas Vinterberg haya conseguido fascinarme de nuevo con su última película, “The Hunt (La caza)” (o “Jagten”, si sois tan insoportables como yo y os gusta la pomposa sonoridad de este sintagma danés). Es un director al que admiro mucho sin llegar al fanatismo, es decir, soy capaz de reconocer algunos de sus errores más evidentes sin tratar de defenderlo a capa y espada, aunque creo que, precisamente, esos “fallos” forman parte de su idiosincrasia como realizador y le dan más personalidad a sus obras.
La que nos ocupa hoy es una cinta ambientada en la Dinamarca actual en un pueblo relativamente pequeño con habitantes que se conocen entre sí, un ambiente que puede resultar claustrofóbico al espectador de una gran urbe y que sirve para engancharlo a la primera. Los que vivimos en esos núcleos rurales donde cada vieja de la calle se sabe los antecedentes de tu familia mejor que cualquier registro público ya nos conocemos demasiado bien cómo funciona y también resulta atractivo ver que en todas partes se cuecen habas. Con semejante título “The Hunt (La caza)”, ya se nos alerta de que lo que va a pasar no es nada bueno y desde el minuto uno estamos prevenidos.
Y este, a grandes rasgos, es el argumento principal de “The Hunt (La caza)“. Aunque su nombre remita al deporte, no es una película con ritmo vertiginoso donde el protagonista lucha fieramente contra la injusticia impuesta a contrarreloj para aportar pruebas de última hora en un juicio donde lo tiene todo en su contra. No. Thomas Vinterberg opta por la desesperación de la calma, el reflejo de la realidad y los compases que marca ésta. Hay días malos y hay días peores, pero no en todos ocurren cosas extraordinaria y a veces simplemente nos recreamos en el destrozo psíquico que sufre el personaje de Mads Mikkelsen, en cómo la duda lo va corroyendo a él y a sus relaciones más personales, en cómo la ponzoña se apodera de cada uno de los rincones de su pueblo y lo que antes era admiración se convierte en asco por el testimonio falaz de una niña que no tiene las cosas claras. Grande el momento del supermercado, grande la dolorosa venganza que se cobran los vecinos, grande el hijo, grande hasta su mejor amigo, Theo, el padre “más” afectado.
En “The Hunt (La caza)” no se indaga, no se llega hasta el fondo de la cuestión, no hay investigación del CSI. Hay un mensaje claro al respecto y es que la Verdad (sí, con mayúscula) importa un bledo porque la Duda (también con mayúscula) ya ha sido sembrada y Lucas cargará con ella toda la vida. Aun así, el director nos deja caer dos o tres pistas clave para que nosotros, y solo nosotros, sepamos si Lucas es un asqueroso o un hombre acusado injustamente.
Entiendo que la película pueda ser un poco pesada para el espectador que está acostumbrado a otro tipo de cine, a otros ritmos, a otras resoluciones, pero es una joya del cine europeo, concretamente del danés, que no debe ser pasada por alto. Propone una reflexión tramposa, una invitación a la introspección y saca los colores a un tema que siempre está de actualidad. No va a juzgar, no condena: muestra. “The Hunt (La caza)” es puramente referencial. No hay abstracción que valga (eso es cosa del espectador, si acaso).
Me gustaría mucho que compartierais vuestra opinión si habéis podido disfrutar ya de la caza del profesor, incluso si queréis explicar algún simbolismo que encontréis interesante (como la escena del final; tan buena que se explica por sí sola, aunque deja con ganas de más), la fotografía, la lentitud o también aquellos obstáculos que a mí se me han pasado por alto o algún reproche. Lo que sea.
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