El cine le debe mucho a la literatura. Un alto porcentaje (aunque no sé cuál y prefiero no inventármelo) de las películas que vemos se basan en libros. La fecha de hoy, 23 de abril, sirve para conmemorar mundialmente esta parte tan importante dentro de la historia del ser humano. Desde que el hombre es hombre, ha gozado contando y escuchando historias, primero a través de una tradición oral y luego a través de un formato más perdurable: papiro, pergamino, papel, ebook. No importa. Un libro es un libro independientemente de dónde esté registrado. Sin embargo, Alucine, aunque os parezca increíble, no es un blog de literatura, así que no me meteré en ese farragoso camino y hablaré de las adaptaciones cinematográficas que han sido repudiadas por sus autores. Y es que duelen que mutilen a un hijo…
Para muchos de nosotros, Mary Poppins es la niñera que nos habría encantado tener. Forma parte de unos tiernos recuerdos de la infancia (patrocinados por Disney) y aun hoy seguro que intentamos pronunciar, incluso hasta cantar, “superfragilisticoespialidoso” con el mismo éxito que cuando éramos pequeños. Pues bien: hay una persona a la que nada de esto le resulta entrañable. La autora de las series de Mary Poppins, P. L. Travers, llegó a llorar al ver la adaptación. No dejó que volvieran a tocar más obras suyas. Le parecía inadmisible que hubieran rebajado el carácter de Poppins haciéndola menos estricta, la parte de dibujos le resultó abominable y, en fin, Julie Andrews y Dick Van Dyke no consiguieron seducirla. Curioso, ¿no?
No le gustó y lo comprendo, pues el libro es una pasada y tiene demasiadas dimensiones como para que su adaptación sea sencilla. En cualquier caso, “El resplandor” de Kubrick vale lo suficiente para ser una película al margen de una adaptación. King, desde luego, es más receloso de esta postura, pues es su obra y quería, aspiraba a verla reflejada en la gran pantalla. Quizás ahora, con la edad dorada de las series, podría acercarse a lo que busca.
Unos años antes de “El resplandor”, Kubrick ya había desilusionado a otro autor con la adaptación de su novela. Resulta llamativo que tengamos a un director tan adorado y mitificado con películas que trascienden tanto o más que su propia figura y a sus respectivos autores descontentos. Burgess se entristeció al ver cómo se glorificaba el sexo y la violencia y, de hecho, llegó a arrepentirse de publicarlo. En sus propias palabras: “La película hizo más fácil a los lectores del libro malinterpretar lo que se trataba en él, y este malentendido me perseguirán hasta que me muera. No debería haber escrito el libro por el peligro de esta malinterpretación“.
Otra película con éxito y muy buena acogida por el público cuya adaptación se le ha clavado como una espina a su autor. Winston Groom quedó muy desconforme con el resultado, tanto por cómo omitieron puntos importantes de la trama principal como por cómo suavizaron el lenguaje empleado y el sexo. La secuela de Forrest Gump empieza con “Nunca dejes que nadie haga una película de tu vida“.
Y he aquí la anécdota que remata a estos cinco autos insatisfechos con las adaptaciones de sus libros. Boris Vian estaba en contra de la película que se iba a hacer de “Escupiré sobre vuestra tumba”. Dio problemas a la gente de producción, aunque nada demasiado grave: le prohibieron que fuera al estreno. Aun con todo, Vian se coló. A los pocos minutos, se levantó a despotricar vivamente contra la película y… ¡murió de un ataque al corazón! Fijaos hasta qué punto le disgustaba.
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