Se me puede llamar moñas, se me puede llamar nenaza, se me puede llamar cualquier cosa que disuelva mis gustos en un vasito lleno de azúcar y ternura, pero nada de eso hará que me arrepienta de admitir en voz alta que “Llama a la comadrona” es una serie que me gusta y que veo con placer.
Parece que, por su nombre, está destinado al sector femenino del público, y aunque creo que en gran parte es el objetivo al que aspira, no debería ser descartada por semejante nimiedad. “Llama a la comadrona” supone un remanso de paz, un aperitivo de tranquilidad entre historias sangrientas y de giros realmente dramáticos que nos cobran a base de reventarnos los nervios del estómago (Juego de Tronos, The Walking Dead y todas las que le siguen). El argumento no es complicado: una chica joven (Jessica Raine), de buena familia, quiere escapar de algo que la atormenta y encuentra la oportunidad en un convento de monjas enfermeras que se dedican a ayudar a las mujeres más humildes del East End, concretamente de Poplar, a traer al mundo más niños pobres.
Si “Llama a la comadrona” sólo se tratara de asistir a partos, habría abandonado la serie tras zamparme el segundo capítulo, pero resulta que no es así. Está llena de pequeñas historias, unas más conmovedoras que otras, que le dan vida y hace que uno quiera participar activamente en conocer a los padres, a los hermanos y hasta a las monjas. El punto fuerte de “Llama a la comadrona”, creo, reside en unos personajes secundarios que son capaces de comerse el protagonismo de la comadrona Jenny Lee.
La hermana Evangeline (Pam Ferris) es otro valor a favor de “Llama a la comadrona”. Es gruñona e irascible, pero goza de una gran sensatez. Uno no puede estar más de acuerdo con ella a pesar de su mal humor. A lo largo de los capítulos, podemos ir descubriendo que debajo de toda esa fachada cascarrabias se encuentra una persona de buena voluntad que, después de todo, eligió una vida de entrega para con el prójimo.
Otros personajes destacables son las compañeras de Jenny Lee y Chummy, Trixie (Helen George), despampanante, algo descocada, pero buena amiga y Cynthia (Bryony Hannah), responsable, algo tímida y también muy dulces. Estos personajes, aunque no despiertan en mí gran interés, son importantes para perfilar a la propia protagonista y establecer una serie de contrastes. Las actrices elegidas no son especialmente conocidas. Tienen algo de experiencia en la televisión británica, pero nada que las haya hecho ganar una fama ensordecedora. Tal vez a partir de “Llama a la comadrona” sus caras se fijen en la memoria del espectador y sean más demandadas porque, desde luego, hacen un buen trabajo.
La fotografía ha sido cuidada, así como el vestuario y los escenarios para que nos podamos sentir transportados al Poplar de los años 50 y sentir la suciedad y pobreza que, no obstante, no acababa con la vida ni con la felicidad de sus habitantes. Realmente merece la pena dedicarle una oportunidad a “Llama a la comadrona” si estáis dispuestos a asistir a una historia calmada, sin grandes florituras, sin efectos especiales que va directa al corazón. Yo creo que sólo por Chummy debería verse. Secundarios así son los que hacen grandes las películas o series.
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