Con “After Earth”, M. Night Shyalaman, el director al que siempre recordaremos por estar detrás de “El sexto sentido”, aceptó por primera vez tras veinte años dirigir una película cuyo argumento no había desarrollado él mismo. Si bien puso su grano de arena para el secreenplay, el peso de la trama y de la historia recae en Will Smith, que es el auténtico culpable de este truño.
La idea original, como en “After Earth“, se centraba en la relación paternofilial puesta a prueba a través de un conflicto grave que el chaval ha de resolver distanciado de su padre, pero guiado por él. Al principio, iba a tratarse de una excursión, un viaje en coche presumiblemente en un contexto contemporáneo, pero tanto a Will Smith como a Gary Whitta les pareció que la historia tenía potencial y transformaron la ambientación hasta desarrollar la misma historia en un tono futurista y, ciertamente, prometedor.
Lo que obtenemos cuando vamos al cine o ponemos el DVD en el televisor es algo bastante diferente a lo que esperamos. Es difícil que “After Earth” se convierta en una experiencia disfrutable a pesar de que tiene muchos elementos a su favor para tratarse de, al menos, una historia entretenida. Hay dos cosas que lastran y arruinan completamente el intento por salir a flote de esta cinta:
La otra cosa que estropea “After Earth” es su propia historia. Quiere ser una muestra reflexiva, seria y trascendental de la relación entre el general Cypher y su hijo, un cadete que ansía ser ranger para honrar a su padre, pero que por culpa de su comportamiento bravucón aún no ha conseguido el ascenso. Lo típico no, lo siguiente, pero está bien, lo entendemos. Will Smith quiere explorar -y explotarla, como ya hizo en “En busca de la felicidad”- la paternidad, las tensiones, las desaveniencias, el amor, la necesidad de cuidarse mutuamente, etc. De verdad lo intenta con fuerza, pero también quiere darle un trasfondo a todos esos sentimientos e inventa para ello un mundo innecesario con un pasado más innecesario todavía. Y digo “innecesario” como podría decir “absurdo” o “pobre”. Su pretexto está vagamente desarrollado, los puntos básicos para que no nos perdamos y conozcamos a los personajes arquetípicos. Esto ahorra mucho trabajo al espectador, pero también se corre el riesgo de aburrirlo a muerte como pasa en “After Earth”. Te lo dan todo hecho. Todo. Solo tienes que sentarte y mirar. No hay ninguna conclusión a la que llegues por ti mismo porque es una de esas películas en las que se sabe exactamente qué va a pasar, cuándo va a pasar y por qué va a pasar.
El hecho de querer centrarse en la relación entre Cypher y Kitai ha condenado la trama al olvido, un error que pasa factura. Pero es que, al mismo tiempo, esa relación no llega a desgranarse y se pierde rápidamente el motivo que impulsa el nacimiento del guión. ¿Qué es lo que tenemos en “After Earth”: un futuro terrible donde la Tierra es inhabitable para los seres humanos y “todo ha evolucionado para matarlos” o la superación personal de un joven con la ayuda de su padre? Pues ninguna de las dos cosas. Lo que tenemos realmente es una @#%&ª€$.
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