¿Realmente son tan buenas? Películas sobrevaloradas (Volumen V)

 

Matrix (1999): Aquí hay que tener cuidado, porque una avalancha de fans más furiosos que los de Batman (los de las películas. Los del cómic nos apoyan) pueden tomárselo mal. Pues lo siento amigos, pero los hermanos Wachowski no han dirigido nada decente en sus vidas (les salvamos algunos guiones). “Matrix” no es una excepción. La cinta ofrece poco más que un puñado de avances técnicos y estéticos que crearon una escuela hoy calificable como “hortera”. Amigos Wachowski, si lo que hacemos es apostar por la forma … ¿Por qué no un guión acorde con ello? ¿Qué necesidad de filosofía barata? Haber oído hablar de Platón, saber un par de cosas sobre Descartes y darle un aura mesiánica a la historia solo nos sirve para cortarnos el rollo y poner en evidencia las lagunas intelectuales de los creadores con este batiburrillo metafísico. Si tiramos de gabardinas de cuero negras, hostias como panes y cámaras lentas, lo llevamos hasta las últimas consecuencias y no hacemos tonterías como esta.

 

Gladiator (2000): Dadnos un poco de Russell Crowe unas gotitas de épica, una cantidad poderosa de venganza, a Ridley Scott cocinándolo todo y.. ¡Voilá! ¡Ya tenemos una de las películas más amadas de la historia! El problema es que no todo son luces en “Gladiator”. Si nos ofreces a un personaje sin nada que perder, asumimos lo que nos vamos a encontrar. El problema se genera cuando le das algo que ganar. En ese momento aumentan sus expectativas y, por consiguiente las nuestras. A pesar de que nos encanta “Gladiator”, no deja el regusto amargo de haber cometido un fallo imperdonable en un momento de su metraje, ya que todavía estamos esperando la llegada de esas legiones romanas fieles a Máximo que debían colocarle al frente del Imperio y restaurar el orden en Roma. Innecesaria jugada de guión que descompensa una trama. Tres cuartos de lo mismo ocurre con un clímax final que se nos queda demasiado corto, ya que la idea del Emperador Cómodo de batirse con el guerrero más grande de Roma (por mermado que estuviese) se nos antoja de lo más absurda.

 

Apocalypse Now (1979): Que si, que si. Ya sabemos que no es una película bélica propiamente dicha, que es un viaje al fondo del ser humano, a la locura y a la obsesión divina. Las poderosas interpretaciones y la turbación que nos provoca es la leche. Nadie lo niega. Pero… ¿No os parece que en ese rodaje todos iban hasta el culo de speed? Por mucho que el tiempo haya conseguido borrar la realidad de aquellos días y que el mito de la cinta haya logrado trascender sobre cualquier otra cosa, lo cierto es que el bueno de Francis Ford Coppola nunca tuvo el control sobre un rodaje en el que un puñado de actores descontrolados y un equipo en constante rebelión convirtieron muchos de los pasajes de la cinta en momentos casi grotescos. Eso por no hablar de la soporífera hora final, donde el ritmo muere al mismo ritmo que Coppola se difumina.

 

(Parte I) (Parte II) (Parte III) (Parte IV)