Vamos a hacer un experimento. Pensad en vuestras películas preferidas. Ahora decidme si con alguna de ellas podéis afirmar lo siguiente: “visualmente es maravillosa pero… el guión no es gran cosa”. No, ¿verdad? Si al final el guión va a tener ‘cierta’ importancia en el cine…
Nos gustan las películas que cuentan una historia impactante, subyugante, que emocionan por sus diálogos, por la evolución del personaje, porque plantean un conflicto moral, porque nos hacen reír, porque nos permiten soñar, etc. No se trata de que la historia sea siempre extraordinariamente original, sino de que esa historia, al menos, proponga nuevos puntos de vista en los que asome la personalidad del creador.
El otro día alguien me comentó la típica afirmación del escritor resignado: “todas las historias ya están contadas”. Y yo le respondí: “tal vez… pero no contadas por ti”.
Y no era un congreso de autoayuda, es una realidad incontrovertible: puedes hablar de amor, puedes hablar de muerte, o de venganza, puedes escribir la historia de siempre, pero con un poco de talento y ambición, tendrás la capacidad de que esa historia sea única, simplemente porque no hay nadie como tú. Tan fácil (y ridículo) como eso.
Iñárritu posee una destreza técnica pocas veces vista en el cine de las dos últimas décadas, pero no tiene ni talento ni ambición… narrativa. Lo ha demostrado película tras película.
Solo en Birdman trató de hacer algo diferente y a la hora se cansó, porque lo que le gusta es trastear con los cacharros y demostrar su enorme capacidad técnica. Bien por ti, Alejandro, pero así nunca serás uno de los grandes, por muchos Oscar que colecciones.
Buena parte de las críticas positivas que he leído de El Renacido coinciden en que la historia que cuenta no es nada del otro mundo. Hay quien la resume en un par de líneas.
El Renacido se entrega por completo al virtuosismo de sus planos secuencia y a la belleza del paisaje. Impacta la forma, es una delicia visual, desde la primera parte con el ataque de los indios, pasando por la famosa escena del oso, o todo del proceso de recuperación del personaje de Di Caprio.
Bellísima, impresionante, pero nada más… Sin un buen guión, una película nunca anida en nuestro cerebro, pasa ante nuestra mirada y se pierde en el horizonte. “¿Te acuerdas de El Renacido?” “Ah sí, aquella de Di Caprio, impresionante la escena del oso, pero ¿de qué iba? Es verdad, al final ganó el Oscar”.
En cuanto a la actuación de Di Caprio, pues no sé, que le den el Oscar por favor, que si no este chaval se nos transforma en Birdman y se suicida en escena… Pero, ¿desde cuándo una buena interpretación consiste en sufrir? No sé, ahí lo dejo.
Lo Mejor: la parte técnica es más que brillante.
Lo Peor: el guión es poco menos que vulgar.
David Rubio
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