Esta es la continuación de este artículo sobre el montaje de Caligari.
Otro punto destacable dentro del montaje es el raccord, que es “cortar de un plano a otro de la misma acción de forma que la acción parezca continua y el corte resulte invisible[1]”. Aunque El gabinete del Doctor Caligari presenta todavía características del modo de representación primitivo, hace un visible esfuerzo por ofrecer un montaje moderno, novedoso, una auténtica obra de arte para ese medio cuyos recursos todavía aguardan a ser explotados. En esta escena podemos ver una continuidad en la dirección de la mirada de Caligari y en la posición de su cuerpo.
También en este punto es reseñable el montaje alterno que sucede a continuación. Cuando Cesare, el sonámbulo, despierta de su trasiego por el mundo onírico, responde a la pregunta que le hace el amigo de Francis: “¿Cuánto viviré?”. Cesare le da la respuesta: “Hasta el amanecer”. En ese momento, nos muestran primero la reacción de Alan y después la de Francis, aunque debemos pensar que suceden en el mismo instante porque ambos escuchan a la vez la predicción del sonámbulo.
En el asesinato de Alan encontramos mucho dinamismo en el montaje, ya que la cámara no se limita a enfocarlo en la cama y a esperar a que el asesino se acerque. En esta escena despunta el uso de luces y sombras en un juego barroco donde no vemos realmente el homicidio, sino la proyección de este en la pared empujándonos a seguir participando de la atmósfera terrorífica con esa posibilidad de que no sea algo real, aunque el espectador todavía no puede saberlo.
Siguiendo con el tema de las luces, también se aprecia el uso del claroscuro, otra técnica artística que bebe directamente de la pintura. Lo podemos ver bien en el momento en el que Francis va a advertir a las autoridades de la situación y tiene que enfrentarse a una escalera de espiral (29:11). La espiral es otro símbolo que se ajusta a la falta de cordura de nuestro protagonista.
Junto a esta escena, se produce un montaje en paralelo. Mientras Cesare está con Jean, segundos antes se nos mostró a Francis, a la misma hora de la noche, espiando al Doctor Caligari con la figura de Cesare en su ataúd.
De este acto podemos destacar el uso de un libro y un diario del director del manicomio, el supuesto Doctor Caligari, cuyas páginas valen como intertítulos; una incorporación muy original. En la misma escena de la lectura de libro, es muy relevante el desplazamiento de la cámara (ya no está fija) por las caras de los lectores en un barrido de izquierda a derecha (57:41-57:58). Cuando pasan al diario del Doctor Caligari hay un cierre de iris en la izquierda de la pantalla y una apertura en la derecha que introduce otro flashback. Sin embargo, para abandonar el flashback, hay un encadenamiento (no es un fundido a negro) y una nueva apertura del iris que nos devuelve al despacho del director del manicomio.
Otro punto destacado es la introducción de elementos textuales móviles (“Debes convertirte en Caligari”, 1:02:32) capaces de interactuar con el personaje y que ayudan a subrayar la locura de este director con ansias de encarnar la figura del alquimista sobre el que leyó. El tema de la suplantación de identidad es otra de las ideas latentes de este filme.
La transición del relato contado a la escena donde aparecen los dos primeros personajes se consigue otra vez con el cierre de iris y su correspondiente abertura con la cámara fija en los perfiles de Francis y el Doctor Olsen.
Como apunte final a este epílogo, habría que rescatar el pequeño monólogo del director de la institución mental. No se dirige al espectador abiertamente porque no mira hacia la cámara, pero está dando la espalda a sus compañeros cuando murmura en voz alta sus conclusiones. Se cierra el iris resaltando el rostro de este personaje unos segundos y finaliza.
Analizando los elementos del montaje, podemos colegir que estamos ante una película con muchos rasgos del modo de representación institucional. De hecho, El gabinete del Doctor Caligari actúa de bisagra y marca un hito en la historia del cine. Inaugura el proyecto modernista por ser la primera película en desarrollar completa y deliberadamente la ilusión de continuidad más allá de la deconstrucción de los códigos del momento. Burch, crítico de cine, añade a esto que es este filme el que introduce la función estética dentro del cine[2].
Sin embargo, no podemos olvidar los elementos del modo de representación primitiva que todavía perviven como lo son la cámara frontal, la cámara fija, su estrecha conexión con el teatro (la película se divide en actos), la sobreactuación de los personajes o la gran importancia de los decorados. Apenas unos restos que no desmerecen el gran trabajo de montaje que hay detrás de El gabinete del Doctor Caligari.
Referencias:
[1] Konigsberg, I. (2004). Diccionario técnico Akal de cine. Madrid: Akal.
[2] Rodowick, D. N. (1988). The crisis of political modernism: Criticism and ideology in contemporary film theory. Chicago: University of Illinois Press.
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