For more than half an hour 38 respectable, law-abiding citizens in Queens watched a killer stalk and stab a woman in three separate attacks in Kew Gardens.
Así es como empieza la noticia que recoge la espantosa muerte de la tristemente célebre Kitty Genovese. Seguro que su nombre te suena de algo. Aunque nunca hayas estudiado Sociología o Psicología, el caso de Kitty Genovese es una referencia muy jugosa que ha penetrado en las capas más profundas de la cultura popular. ¿Sabías que Rorschach, de Watchmen, decidió ser vigilante a raíz de este asesinato? Sé que es un dato tonto, una anécdota cultureta. Sin embargo es un apunte de cómo ha calado el destino de esa muchacha… y el fenómeno social que vino detrás de ella.
Cincuenta años más tarde, su hermano mediano, Bill Genovese, se dispone a revisar el caso de su hermana. Es un hecho que al joven siempre le marcó, sobre todo por cómo sucedió. Eso hizo que tomara ciertas decisiones sobre su propia vida. Por ejemplo, cuando llegó el famoso (y cinematográfico) conflicto de Vietnam, Bill se alistó porque él no iba a ser un testigo más de la situación. Quiso honrar la memoria de Kitty con ese gesto.
El formato que elige Bill Genovese para profundizar en esa historia que conocemos todos, pero de la que no sabemos más que lo que nos han repetido como loros, es el documental, género muy de moda que se está revalorizando entre el público. Honestamente, “Witness” me parece una obra muy emotiva a la par que interesante, ya que se revisiona uno de los fenómenos sociológicos más espeluznantes. Así pues, Bill, con mucho coraje, se embarca en la investigación sobre el caso de Kitty Genovese recreando lo que ocurrió esa noche. ¿De verdad un grupo de seres humanos es capaz de ver cómo dañan a alguien y no intervenir? ¿Fueron 38 personas las que presenciaron el ataque?
Sin desmenuzar demasiado el trabajo de Bill, vamos a hablar de lo que pasó esa noche. Kitty caminaba por la calle, ya era de noche. La gente dormía en los edificios de la calle. Era un barrio apacible, tranquilo, de los que nadie relaciona con crímenes. Kitty tuvo el infortunio de encontrarse con la escoria de Winston Moseley. Moseley la apuñaló, huyó como un perro y volvió de nuevo a por ella. Aprovechó que la chica se refugió en un portal para violarla, robarle y, de nuevo, apuñalarla, ahora ya de manera fatal. Su agonía se prolongó durante 30 minutos en los que no intervino nadie.
El efecto espectador es un fenómeno psicológico. Consiste en que es menos probable que un individuo actúe si hay más gente con él porque supone que alguien más intervendrá. En el caso de Kitty Genovese, parece bastante obvio: 38 testigos que no asumieron su responsabilidad ciudadana para ayudar (o salvar) a Kitty. Pero Bill nos descubre que eso no es del todo cierto. Ha pasado mucho tiempo y la mayoría de las personas implicadas en el caso han fallecido, pero todavía ha podido entrevistarse con sujetos clave para entender mejor el caso de Kitty.
Como en el caso de Amanda Knox, la prensa sensacionalista tiene mucho que ver, así como la ambición periodística. No dejes que la verdad te estropee un buen titular, ¿verdad? Así funcionan las cosas. Y lo peor es que en todo este tiempo, no se ha puesto en duda que 38 personas fueran capaces de ver un asesinato y no hacer nada. En el 2004, cuando se cumplieron 40 años de su muerte, se cuestionó el artículo del Times. En 2007 volvió a ponerse en duda. Y en 2015, Bill Genovese lanza su documental.
Nos llevaremos una grata sorpresa con Kitty Genovese. No es sólo un batido de exageraciones, es conocer a la persona “detrás del mito”.
Deberían empezar a organizar viajes guiados esa casa. Jamie Dornan vive un momento magnífico en…
Es uno de los actores más cotizados del planeta. Desde hace años, Dwayne Johnson se…
Sin lugar a dudas, la trilogía de El Señor de los Anillos es una de las obras…
Si en Disney piensan salir de su crisis con proyectos como este, mal plan tienen.…
Es una de las películas más sensacionales de las últimas décadas. Además de mostrarnos el…
Las cosas no marchan nada bien. Hace dos años, todos nos llevábamos un duro golpe…