¿Por qué nos gusta tanto “Dentro del Laberinto”?

Una noche el padre y la madrastra se Sarah (Jennifer Connelly) se preparan para salir. La imaginativa joven se ve obligada, contra su voluntad, a quedarse a cargo de su medio hermano Toby. Cabrada por la situación, Sarah decide pedirle al Rey de los Goblins (un personaje del libro que está leyendo) que se lleve al pequeño. Acto seguido, el Rey Jareth aparece ante ella para anunciarle que, si quiere recuperar a su hermano, deberá resolver su famoso laberinto. si no lo logra en 13 horas, el chico quedará convertido para siempre en duende.

Así, con descomunales dosis de fantasía, se presentaba ante el mundo Dentro del Laberinto. Corría el mes de diciembre del año 1986 cuando Jim Henson decidía hacernos soñar a lo grande con una de las cintas más emblemáticas de los maravillosos 80. El creador de Los Teleñecos firmaba una obra imprescindible con la ayuda del guión de Terry Jones. Efectivamente, el célebre Monty Python firmaba un libreto repleto de imaginación y sueños que, francamente, adoramos.

¿Qué es lo que tiene Dentro del Laberinto para gustarnos tanto? Pues la respuesta no el demasiado complicada. El filme de Jim Henson desborda encanto por los cuatro costados. Pese a que el tiempo no ha pasado inadvertido por el aspecto de sus protagonistas, lo cierto es que resulta poco relevante que sus criaturas no luzcan demasiado reales. Hay una magia detrás de cada esquina del famoso laberinto capaz de embriagar a pequeños y adultos.

Por si no fuese suficiente con esto, nos encontramos ante una película altamente ingeniosa y plagada de enigmas que le confieren un ritmo endiabladamente ágil. Las dificultades a las que se enfrenta la joven Sarah resultan de lo más interesantes, así como los curiosos personajes que aparecen al doblar cada esquina del laberinto. Si a eso le añadimos que el Rey de los Goblins están interpretado por el grandísimo David Bowie, la verdad es que la cosa ya es absolutamente gloriosa.

Algo extraño y mágico tiene Dentro del Laberinto, que es capaz de hacernos sonreír con su mero recuerdo…