Hay ciertas cosas que nunca terminaremos de entender. Cada vez son más las políticas ridículas aplicadas a la ficción. Buena prueba de ello es lo que acaba de ocurrir con Netflix y el tabaco. Y es que la plataforma de streaming ha decidido que se deje de fumar en sus series. Al parecer, la causa sería un informe de Truth Initiative denunciando que el mostrar a personajes con cigarrillos aumenta el consumo de los mismos.
No seremos nosotros los que defiendan el consumo de tabaco. Nada más lejos de la realidad. De hecho, el debate es bien distinto a ese. Resulta asombrosa la facilidad para tomar decisiones tan absurdas como esta, así como la doble moral imperante en la sociedad y que se traslada al aparatado creativo. Si fumar en una serie incita a fumar… ¿Matar no incita a matar? ¿Consumir droga no incita a consumir droga? ¿Tenemos que tirar a la basura Los Soprano o The Wire.
Efectivamente, cada vez se pone más límites a cosas como las palabrotas, el tabaco o los desnudos. Mientras tanto, no hay problema alguno para asesinar, mutilar o exhibir todo tipo de violencia. Resulta bochornoso encontrarse con decisiones de según que tipo que lo único que hacen es limitar el trabajo de los creativos en pro de cumplir con una moralidad ambigua y cansina. Mostrar a un personaje con un cigarrillo es inaceptable, mientras que lo de Negan bateando cabezas en The Walking Dead es una cuestión creativa y narrativa. Que se lo hagan mirar.
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