Se acerca la gala de los Oscar. Como cada año, la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas entregará los más preciados galardones de la industria del cine. Unos premios que no siempre son justos, pero que acotan bastante el terreno de lo más brillante del año.
En esta ocasión, son muchas las interpretaciones masculinas dignas de mención. Imposible no hablar del Joker de Joaquin Phoenix, de nuestro Antonio Banderas en Dolor y Gloria o incluso de un asombroso Adam Sandler en la no menos sorprendente Diamantes en bruto. Eso sí, por encima de todas ellas hay una de esas que se recuerdan durante décadas: la de Adam Driver en la sensacional Historia de un Matrimonio.
La película de Noah Baumbach es una auténtica obra maestra en buena medida gracias a lo que es capaz de sacar de la pareja protagonista. Scarlett Johansson se sale, pero lo de Driver rompe moldes. Todas las rudezas, miserias, encantos y dulzuras del ser humano quedan perfectamente representadas en un tipo al que duele ver. Encoge el corazón la capacidad del actor para atraparnos en sus gestos, miradas y en su quiebra en mil pedazos.
Son muchos los personajes enormes que nos ha ofrecido la historia del cine, pero pocas veces hemos asistido al nacimiento absoluto de un humano capaz de hacer palpitar la pantalla. Puede que haya cosas más vistosas, pero el trabajo de Adam Driver es para ganarse nuestro respeto eterno.
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