El mundo nunca le perdonó su trabajo en Gotham, pero era un director como la copa de un pino. Joel Schumacher, uno de los artistas más injustamente tratados de la historia del cine nos ha dejado a los 80 años de edad. Tras una lucha de casi un año contra el cáncer, el director fallecía en su Nueva York natal, provocando las lágrimas de todo buen cinéfilo. Y es que se va un grande.
Pese a comenzar su carrera como encargado de vestuario en cintas de Woody Allen, el bueno de Schumacher pronto encontraba su verdadera vocación como director. Empezaba así un periplo cargado de éxitos con cintas enormes. Su buen pulso tras las cámaras era indiscutible, como quedaba de manifiesto en una larga lista de trabajos del calibre de Jóvenes Ocultos, Un día de Furia, El cliente, Tiempo de Matar, Asesinato en 8 mm., Tigerland, La última llamada o Verónica Guerin. Mucha tela para una sola carrera.
Sin embargo, no son pocos los que siguen asociando el nombre de Joel Schumacher a esa infamia titulada Batman & Robin, una de las peores películas que se recuerdan. La infame película servía incluso para que muchos olvidasen que Batman Forever era también horrorosa. Efectivamente, fue un patinazo en toda regla, pero ni de lejos suficiente como para compararse con los incontables exitazos que el director firmó.
Hoy toca despedirnos de Joel Schumacher. Da igual lo que digan algunos, porque este tipo fue un grande. Puedes ir tranquilo, viejo amigo.
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