Es una de las películas más sensacionales de las últimas décadas. Además de mostrarnos el inconmensurable talento de Jim Carrey, en el El show de Truman, nos encontramos con una feroz crítica al mundo de los realities y a la pérdida progresiva de la intimidad, con un protagonista que siempre ha vivido sin saberlo en un plató gigante y con una vida retransmitida en directo desde el día de su nacimiento. Un guión redondo, un director asombroso y unos actores en estado de gracia para una obra que traía originalidad a raudales a la industria.
Han pasado casi 20 años desde el estreno, pero todavía seguimos descubriendo secretos de una cinta llena de matices. El último era revelado por el propio Jim Carrey en el documental Jim y Andy, producido por Netflix. En el mismo, el actor confesaba que el nombre de Truman Burbank no obedecía a una elección azarosa. Truman venía de “true man”, lo que se podría traducir como “hombre verdadero”. No es para menos, ya que el bueno de Truman era el único tipo real de una ciudad llena de actores y extras.
Del mismo modo, el apellido de Burbank también esconde una historia detrás. Y es que así se llama una zona de Los Ángeles donde se encuentran múltiples estudios de cine. Efectivamente, Peter Weir no dejaba nada al azar.