Cuando Netflix anunció su alianza con Sony Animation para estrenar K-Pop Demon Hunters en 2025, muchos lo vieron como un movimiento estratégico para conquistar al público juvenil global. Y no se equivocaban. La película no pretende reinventar la animación ni marcar un antes y un después, pero sí ofrece un cóctel efectivo: K-pop, aventuras sobrenaturales, humor ligero y tres protagonistas diseñadas para conectar de inmediato con la audiencia.
El argumento es tan sencillo como su título: un grupo de idols de K-pop que, entre ensayos y giras, se enfrenta a demonios que amenazan con apoderarse del mundo. La historia funciona como excusa perfecta para desplegar música pegadiza, batallas coloridas y personajes carismáticos.
Uno de los grandes aciertos es la banda sonora. Canciones vibrantes que no solo acompañan la acción, sino que también elevan la experiencia, con un claro guiño a los fans del género musical que domina las listas globales. A esto se suman los personajes principales, tres chicas con personalidades distintas que equilibran bien la química del grupo y aportan dinamismo a la narración.
El humor, otro de los ingredientes destacados, ayuda a que la película nunca se tome demasiado en serio. Todo está pensado para ser ligero, fresco y disfrutable, un producto de puro entretenimiento que se presta a más de un visionado.
Ahora bien, K-Pop Demon Hunters no está exenta de críticas. La animación, aunque funcional, resulta bastante básica para los estándares de Sony Animation, que en los últimos años nos ha acostumbrado a auténticas maravillas visuales como Spider-Man: Across the Spider-Verse. Aquí se opta por un estilo más simple, probablemente para reducir costes y acelerar la producción.
El mayor riesgo, sin embargo, es su falta de originalidad. La película es un collage de modas actuales: idols coreanas, batallas contra demonios, estética de videojuego, chistes autorreferenciales… Todo funciona, sí, pero nada sorprende. Y eso podría jugarle en contra cuando las tendencias cambien y lo que hoy resulta vibrante mañana parezca desfasado.
En definitiva, K-Pop Demon Hunters es entretenimiento ligero y consciente de sí mismo. No busca ser trascendente, sino conectar con un público joven y global. Y en ese terreno cumple con creces: colorida, musical y divertida, aunque poco innovadora.