Imagínate: te subes a un yate de lujo, todo brillante, sofisticado, camarotes impecables, copas de champán flotando. La vista perfecta para una película de misterio al estilo “los ricos hacen cosas turbias en espacios cerrados”. Pero justo cuando empieza, tu protagonista ve algo que no debía: alguien cae al mar. El problema es que… nada encaja, nadie la cree, y ella queda como loca empeñada en desenmarañar la verdad.
Ese es el arranque de La mujer del camarote 10 (The Woman in Cabin 10, 2025), dirigida por Simon Stone y protagonizada por Keira Knightley como Lo Blacklock. Basada en la novela de Ruth Ware.
La premisa atrapa y promete.
Actuaciones: lo mejor del viaje
Sin lugar a dudas, Keira Knightley carga la película sobre sus hombros. Ella tiene ese don de hacerte creer que su personaje sufre, que está exhausta, que tiene miedo… pero también coraje. En momentos donde el guion flaquea, ella sigue ahí, intentando sostenerlo. Varios críticos coinciden en que lo que hace que la película no se hunda del todo es su presencia.
Guy Pearce también está ahí, hecho para prestar su aura de “no confío en ti”, pero no ofrece nada memorable. Otros secundarios —Hannah Waddingham, Art Malik, Kaya Scodelario— quedan desperdiciados, retratos borrosos sin profundidad ni matices. Lo que podría haber sido un reparto coral interesante, termina siendo más bien una masa de sospechosos genéricos.
Guion y ritmo: promesa fallida
Aquí es donde el barca naufraga de verdad La película arranca bien: tensión, incertidumbre, dudas sobre la propia protagonista. Eso funciona. Pero a partir de la mitad el guion empieza a perder control.
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Muchos giros se sienten forzados o poco creíbles. Que alguien finja ser otro, que ciertos personajes actúen sin lógica aparente, que las “pistas” aparezcan de la nada… todos recursos ya vistos.
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La tensión pierde fuerza. Lo que podría ser claustrofobia psicológica queda diluida por el exceso de explicaciones o escenas que no rematan con contundencia.
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Algunas escenas de acción o momentos críticos se sienten casi ridículos, como si estuvieran fingiendo que son graves pero sin comprometerse en la puesta en escena.
Ligera, entretenida, pero sin profundidad real.
Producción, atmósfera y estética
Aquí la película sí cumple en gran parte. El yate es lujoso, frío, imponente. Los escenarios “cerrados” ayudan a generar sensación de aislamiento. El diseño de arte, la iluminación —cuando quiere— y los encuadres funcionan bien para dar ambiente de thriller.
No obstante, la dirección de Stone no da saltos arriesgados. Más bien se queda en lo seguro, en lo correcto pero nunca memorable. No hay rupturas visuales llamativas, ningún sobresalto formal que eleve lo que ya conocemos.
Lo que funciona — y lo que no
Lo que brilla:
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Knightley, sin duda. Entra en el personaje, te lleva, te hace creer que algo se le escapa.
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La atmósfera inicial: el mar, el encierro, la duda, el aislamiento. Al principio esos elementos sí generan algo.
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Algunas escenas puntuales bien concebidas: el momento del agua, el momento de tensión con cámaras apagadas, esa sensación de que alguien te observa desde la oscuridad.
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Que dure apenas 90 minutos. No sobra metraje; si algo carece de fuerza, al menos no la estiran innecesariamente.
Lo que naufraga:
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Los personajes secundarios, planos, sin carácter. Podrían ser cualquier intriga de sobremesa.
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Contradicciones lógicas y agujeros de guion que hacen que te preguntes “¿por qué pasó esto?” o “¿cómo no lo vio nadie antes?”.
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El clímax se siente desgastado, como si de golpe el guion se diera por vencido y tirara todos los naipes que le quedan.
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La ambición menor: es un thriller que no quiere asustar ni innovar. Prefiere caminar por rutas conocidas.
Comencé a verla con ganas, algo escéptico tras tanto anuncio, y salí con un sabor agridulce. Disfrutable, sí. Me entretuvo. Pero no me impactó, no me dejó pensando ni me provocó admiración. Es como un traje de gala bonito, pero de esos que te incomodan un poco.
Si tienes ganas de un thriller ligero para una noche, con buena dosis de misterio y alguna que otra escena tensísima, te puede servir perfectamente. Pero si esperas algo profundo, retorcido o que te sacuda, creo que queda corto.
Yo le pondría un 6/10 con su buena propina a Knightley. Y me quedo con la sensación de que con otro guion, con más riesgo, esto podría haber sido mucho más que un pasatiempo marítimo.