Crítica de “Culpa nuestra”

Desde el arranque, la película apuesta por lo que los fans ya conocen: la tensión, el drama exagerado, el amor que no se va, el rencor que no se supera. La boda de sus amigos Jenna y Lion sirve como excusa para que Noah y Nick se vuelvan a encontrar, después de lo que ha sido (en la ficción) una ruptura que no cerraron. Él, convertido en heredero de un imperio de su abuelo; ella, comenzando su vida laboral. Ambos aún sienten algo, pero ¿el amor es más fuerte que el rencor? Esa es la pregunta que se repite en cada fotograma.

Y ahí está parte de la magia (o del problema): ese “seguir sintiendo” aunque los clichés estén apilados como en una tarta de aniversario mal montada. Porque, sí: el gancho funciona si estás dispuesto a sumergirte en un mundo ya conocido, con personajes ya vistos, conflictos ya planteados. Pero si vienes con ganas de cine “nuevo”, “atrevido”, o “que explora algo profundo”… pues igual sales con ganas de aplaudir más por inercia que por entusiasmo.

Lo que se le puede reconocer a esta película es que no pretende reinventar nada: sabe quién es, para quién está hecha, y juega sus cartas con entusiasmo. Si eres fan de la saga, de la estética, de la tensión romántica adolescente / joven adulta, de esos giros que sabes que van a venir, pues ahí está tu dosis. Incluso elementos como el vestuario, los escenarios (¿un casamiento que lo cambia todo?) y el ambiente “premium juvenil” están bien cuidados: se ve que han destinado recursos para que la producción “se sienta” como algo de categoría.

Pero, al mismo tiempo, es inevitable que el espectador más exigente sienta desolacion. Porque entran en juego varios “peros”, demasiado. Un guion que tira del molde hasta dejarlo transparente, diálogos que suenan a copypaste de “drama YA” ya visto mil veces, personajes que avanzan poco o que en realidad están más diseñados para cumplir expectativas que para sorprendernos. Y la promesa de un “cierre épico” se ve a lo lejos que está más pendiente de satisfacer al fandom que de trascender. De hecho, uno de los medios lo define como “demasiado soso para resultar molesto”.

¿Qué me queda marcado de la película? Pues…

  • La química y el atractivo físico de Wallace y Guevara funcionan bastante bien: cuando la cámara los enfoca juntos, se siente el “algo” que la historia intenta vender. No todos los diálogos funcionan, pero el carisma está ahí.

  • El tema del perdón y del rencor como motor dramático: la idea de que dos personas que se separaron por cosas que no resolvieron, se vean obligadas a convivir en el mismo evento y con el mismo grupo, y de repente todo lo que quedó pendiente sale a la superficie. Esa tensión está bien explorada… aunque poco explotada.

  • El conflicto económico/social como trasfondo: él heredero, ella empezando la vida laboral… me pareció una buena idea introducir que no todo es “amor y miradas”, también hay status, herencias, empresa familiar en juego. Pero da la sensación de que se queda en la superficie, como un atrezzo bonito que en realidad no se aprovecha del todo.

  • La producción cuidada para su público: panorámicas, fiesta, música (sí, aunque tampoco memorables), vestidos, celebración, Instagram‑vibes. Si esto te llama, lo consumes sin problema.

  • La sensación de “esto ya lo he visto”: y aquí es donde viene el pequeño golpe emocional al espectador que espera redención, sorpresa, revolución… y se queda con un “sí, ok” más que con un “wow”.

Entonces, ¿la recomiendo? Pues depende de para quién. Si me preguntas “¿vale la pena verla si eres fan de la saga, estás en mood romántico ligero, quieres cerrar el ciclo y disfrutar sin pensar mucho?” la respuesta es sí: dale, ponte cómoda, palomitas, deja el móvil en silencio y disfruta del rollo. Pero si me preguntas “¿vale la pena verla como gran película romántica, transgresora o memorable?” pues te diría que no tanto. Es entretenida, pasa el rato, pero no deja huella profunda.

Para que lo veas con claridad: imagina que estás en un bar con una amiga que te dice “¿vamos a ver una peli de amor melodramático español que te deje en modo suspirar y ya?” Esta es esa peli para esa noche. Pero si vienes con la expectativa de que te cambie algo, te agite la cabeza o te haga ver el amor desde otro ángulo… pues quizás te quedes un poco medio fuera.

En fin, me deja una mezcla de “sí, cumple” y “qué pena que no fuera más”. Me gusta que exista este tipo de cine para un público joven que busca entretenimiento directo, pero también me iría con la sensación de que podía haber apostado por más: más riesgo, más profundidad, menos filtros. Aún así, como cierre de una saga comercial que ha dado que hablar (y que incluso logró un récord de tráiler más visto para un original de streaming español) cumple lo que tenía que cumplir.

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