Ahora me ves 3

Tenemos entre manos la tercera entrega de la saga de magos‑atracos, dirigida por Ruben Fleischer, que reúne a los veteranos de la pandilla de ilusionistas y añade sangre nueva junto con una villana de altura, Rosamund Pike en el papel de Veronika Vanderberg.

Lo que funciona

  • El regreso de los clásicos: ver a Jesse Eisenberg (Danny Atlas), Woody Harrelson, Isla Fisher e Dave Franco es agradable. Esa camaradería de “sí, estamos aquí otra vez para hacer trucos imposibles” le da cierto sabor al conjunto.

  • Rosamund Pike: su personaje tiene cierta fuerza, es más interesante que muchas de las amenazas de sagas anteriores, y aporta esa tensión que hacía falta.

  • Caminos visuales: el filme no se queda quieto, viaja, cambia de escenario, y ofrece algunos momentos de magia concreta — según reseñas recientes, la película apuesta más por efectos prácticos que por puro CGI.

  • Para el público que sólo quiere entretenimiento ligero, cumple. Ágil, con momentos divertidos, trucos que despiertan “ooh” y “ahh”. Las críticas coinciden en que no se aburre del todo.

Lo que no llega

  • La lógica sale por la ventana. En esta saga siempre se ha hecho trampa con un “es magia, déjate llevar”, pero aquí el guion se muestra aún más frágil. Que todo esté previsto, que los personajes hagan lo que deben porque la historia lo exige… eso genera cierta fatiga. Tal como resalta una reseña: “no suma mucho, se evapora de la memoria”.

  • La generación nueva de magos no convence del todo como sustitutos o complemento. Hay deseo, hay voluntad, pero el desarrollo es superficial, los conflictos internos no terminan de calar.

  • ¿Originalidad? Casi ninguna. La fórmula es la de siempre: plan, giro, engaño, contragiro, revelación. Quizás para algunos eso esté bien, pero si esperas algo que rompa moldes te quedarás corto. Las críticas señalan que es lo mejor de la saga hasta ahora… pero también lo menos memorable.

  • Saturación de personajes/tramas. Cuando tienes demasiados ilusionistas en pantalla y demasiadas líneas abiertas, ninguna acaba de brillar como podría.

En resumen, estamos ante una película que sabe lo que es y no pretende engañar: espectáculo mágico‑atraco para pasar un buen rato. Cuando aceptas ese contrato, el filme entrega. Pero también me vino la sensación de que el riesgo de aburrir o “ya lo he visto” estaba presente. Porque los trucos son vistosos, sí, pero el engranaje no siempre se muestra sólido. Y me pregunto si esta entrega sirve como cierre de la saga o como trampolín hacia un nuevo ciclo (sí, ya hay una cuarta en desarrollo).

Y algo que me picó: ¿hasta qué punto este tipo de cine puede sostenerse si lo que vive de “ya saben que vamos a sorprenderlos” se vuelve previsiblemente imprevisible? Me explico: la sorpresa depende de que no veas venir el truco. Pero si sabes que va a haber truco… pues el encanto se atenúa.

En conclusión… si eres fan de la franquicia, de los buenos‑malos giros y del “vamos a por el diamante más grande del mundo”, esta te dará lo que buscas. Pero si buscas algo que te sacuda, que te deje pensando, que te estremezca por qué funciona y por qué no, quizá se quede en un “entretenida sin más”.

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