Crítica de “El refugio atómico”: cuando el apocalipsis se convierte en un culebrón de lujo

La última serie de Netflix en España, de los creadores de la Casa de papel lo tenía todo para triunfar, arranca con fuerza: una premisa potente — un búnker de lujo, el fin del mundo, secretos encerrados bajo tierra — y un reparto que promete. Todo está ahí para que te enganches. Y sí, te enganchas… pero después empiezas a ver las costuras. Y no son pequeñas.

Qué funciona

  • La ambientación es impecable. El refugio subterráneo parece sacado de una mezcla entre catálogo de arquitectura de vanguardia y distopía de diseño. Se siente auténtico, lujoso, claustrofóbico, ideal para una historia que depende tanto del encierro y la tensión.

  • Los primeros episodios tienen gancho. Intrigas, secretos del pasado, relaciones tensas, todo comprimido en un espacio cerrado. Funciona, porque hay misterio, porque el espectador quiere saber qué esconden esos personajes tan bien vestidos y tan mal acompañados.

  • Los temas que asoman — desigualdad, culpa, privilegio, supervivencia, hipocresía social — están bien elegidos. El problema es que a veces solo eso: asoman. Pero al menos están ahí, dando algo de peso a lo que podría haber sido puro entretenimiento hueco.

 Qué falla

  • El guion se tropieza solo. Hay decisiones que no tienen sentido. Personajes que actúan como si supieran que están en una serie y necesitan generar conflicto. Giros que parecen más el resultado de una reunión de guionistas con prisa que de una construcción lógica.

  • Los personajes son de cartón. Están los ricos soberbios, los jóvenes con conciencia social, las mujeres misteriosas, los hombres rotos… pero todos en modo cliché. Muy poco espacio para los matices, para que alguien sorprenda o evolucione de verdad.

  • El tono va como pollo sin cabeza. A ratos es thriller, a ratos drama familiar, a ratos telenovela de lujo. Y no es que no se pueda mezclar, pero aquí no hay control. El resultado es que no sabes si tomártela en serio o dejarte llevar por el espectáculo.

  • Promete más de lo que entrega. Si esperas una sucesora de otras series explosivas, con ritmo y personajes que quitan el aliento, te vas a quedar esperando. Tiene momentos, claro que sí, pero muchos se diluyen entre diálogos obvios, escenas estiradas y un desarrollo que a veces parece girar en círculos.

El refugio atómico no es mala, pero tampoco es buena con todas las letras. Está en esa tierra de nadie donde hay ideas potentes y ejecución irregular. Entretiene, sí. Tiene estilo, sí. Pero también abusa de fórmulas, se pisa en sus propios giros y desaprovecha demasiado su propia premisa.

Yo me la terminé, no sin fastidiarme a veces. Hay capítulos donde estás dentro, atrapado por lo que puede pasar. Y otros donde estás mirando el móvil, preguntándote por qué siguen hablando como si fuera un ensayo escolar.

Una serie que pudo ser un pepinazo, pero que se queda a medio camino, como una bomba que nunca termina de explotar.

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