Crítica de “Tomboy”

Al igual que “Emergo“, esta película francesa llega con unos años de retraso a nuestras carteleras, aunque eso no le afecta negativamente como a la cinta de terror, que cae en el inevitable saco de los clichés por ser un tema que se repite constantemente. De los poltergeist pasamos a la identidad de género durante la infancia o preadolescencia. Es espinoso, no es nuevo y no es solo para los más progres: es algo que está ahí y que debemos aceptar. “Tomboy” pretende ser un acercamiento sin florituras ni adornos innecesarios.

Y esto es lo primero que os digo: alejaos de “Tomboy” los que vayáis atraídos por el morbo porque no gozaréis de éste. Céline Sciamma, directora y guionista de la película que nos ocupa, se ha encargado bien de raspar y pulir esa parte. No quiere que la atención recaiga sobre la parte más escabrosa del tema que, desde luego, da para hacerle la competencia a Pedro Almodóvar, sino en un inocente y bastante verosímil descubrimiento de la identidad.

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La sorpresa que reporta “Tomboy” para el espectador que lee la sinopsis es poca: Laure es una niña con aspecto andrógino. Aprovecha que llega nueva al barrio y se hace pasar por un chico. Casi desde que empieza la película, uno espera encontrarse con unos cuantos conflictos: el colegio, otros adultos, su propia familia, pero éstos apenas se dan en lo que se desarrolla en el metraje de apenas 82 minutos. En su lugar, asistimos a una serie de escenas tiernas que podría tener lugar en cualquier barrio de nuestra población donde hayan espacios verdes o aptos para chavales.

Es verano. “Michael” tiene toda la atención de Lisa, la única niña del grupo, porque es diferente a los demás chicos (y aunque esto suene feo, la verdad es que es la mejor opción de entre los candidatos que pululan por ahí). A Michael le gusta que sea así. Va superando algunos pequeños problemas: se atreve a descubrir el torso delante de otros o a ponerse bañador masculino para ir a nadar al lago junto a los demás. Michael se siente bien así, está explorando las posibilidades que le permite su aspecto durante esos días en los que está en tierra de nadie, pero, ¿qué pasará cuando le toque ir al colegio? ¿qué pasará cuando los padres de los niños intercambien impresiones entre ellos? Porque cada día que Michael sostiene esa identidad que no le corresponde, el peso de la mentira crece y la tensión se desplaza muy crecida hacia el final, que parece que es donde se concentra lo mejor de “Tomboy”.

Hay dos cosas que me resultan muy interesantes del planteamiento que propone Sciamma:

La primera es la facilidad que tienen los niños para aceptar (que no entender) situaciones que a los que estamos más crecidos nos resultan rocambolescas, sucias, antinaturales, etc. El ejemplo lo tenemos en la hermana de Michael. Se adapta a la tesitura y sabe defender la posición de su hermano, incluso hay un diálogo simpático entre ella y una futura compañera de clase de edad similar (alrededor de los seis años) que hablan sobre la fraternidad. La pequeña asegura que tener un hermano es mejor porque la puede defender y lo hace con naturalidad. ¿Qué son los prejuicios sino una versión filtrada por nuestra experiencia?

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La segunda es que la aventura de “Tomboy” podría quedarse en una anécdota prepúber que contar dentro de unos años, cuando Laure sea una adolescente rebelde que se avergüence de todo (¿quién no ha pasado por esa época?) o de verdad sea un chico con el cuerpo equivocado. Esto es lo que da a entender el argumento, desde luego, pero tampoco lo deja claro y creo que está hecho a propósito. O yo no lo he pillado bien, ¡pero eso no lo voy a considerar!

Destacaría el personaje de Lisa. En realidad, las tres chicas principales podrían dar para mucho más sin cansarnos, pero Sciamma ha preferido ser escueta y breve, quizás enseñar una pequeña porción desde una visión tierna, indulgente, sin entrar a juzgar, sin recrearse en el drama.

He disfrutado “Tomboy”, pero aun con todo es una película que se queda tambaleándose en el borde del notable. Sube la nota considerablemente la nota las actuaciones de Zoé Héran Malonn Lévana.

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  1. José María Muñoz mayo 7, 2013