Guillermo del Toro es otro que se suma al carro de las estrellas. En cada película suya que ha pasado por nuestros ojos podemos ver retazos de una personalidad abrumadora, imaginativa y talentosa. Todos sus trabajos tienen un sello de ingenio que él mismo imprime: su biografía es inspiradora para cualquier joven cineasta y recomiendo echar un vistazo a la escueta, pero impactante información que hay de Guillermo del Toro en vuestra Wikipedia más cercana.
Me gusta el interés que ha desarrollado por el maquillaje y la formación que no ha parado de adquirir desde entonces. Gracias a esa faceta, cualquiera puede reconocer una obra suya a través de un único fotograma. Podríamos sacar decenas de artículos estudiando el aspecto y diseño de sus personajes, pero lo cierto es que hoy venimos a presentar uno de sus cortos.
El humor negro y las ciencias ocultas de dan la mano en este ingenioso corto de 1987 cuando Guillermo del Toro ya tenía formada su propia compañía. Quizá se hace un poco largo, sobre todo si uno es capaz de predecir el final desde el primer momento, aunque no deja de ser divertido el toque macabro que el director mexicano consigue ponerle a todo el asunto. Encima es capaz de aderezarlo con una moraleja: ¡estudiad, muchachos, estudiad!
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