“La banda sonora de El piano tiene una parte negativa que es que algunos creen que sólo he hecho eso“. Son palabras de Michael Nyman en una entrevista reciente. Comprendemos el mosqueo del compositor británico, pues ha intervenido en más de 100 proyectos cinematográficos. Entre ellos, Gattaca, El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante, El fin del romance o, más de actualidad, el remake de Oldboy. Pero Nyman siempre será recordado por la música que puso a El Piano, una de las mejor películas de principios de los 90.
El propio Nyman ha señalado en más de una vez que las bandas sonoras pueden destrozar una película. No es tanto que sea mala la música (o la película), sino la mala utilización de la misma. De hecho, es cada vez más habitual que la banda sonora no dé ningún descanso al espectador, especialmente en el cine más comercial de Hollywood. Esta utilización irritante de la música para ensalzar emociones se usa también para no dar respiro al espectador, no vaya a ser que le dé por pensar…
Jane Campion estará eternamente agradecida a la partitura del compositor británico para su película. Pensar hoy en día en El Piano es recordar las notas que acompañan a varias poderosas escenas de la cinta de la directora neozelandesa, a la que, por cierto, le debemos un espacio en Grandes directoras de cine.
El Piano se llevó la Palma de Oro a mejor película en Cannes, además del premio a la mejor actriz (Holly Hunter), y tres Oscar, incluyendo uno para la pequeña Anna Paquin. Nyman se quedó sin premio, pero logró algo al alcance de muy pocos compositores de cine: ensamblar música e imagen y fijarla para siempre en la memoria del espectador.
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