Nota: 8
El dios de las pequeñas cosas es travieso y juguetón. Hace y deshace a su antojo con todo lo que tiene a mano. El dios de las pequeñas cosas no atiende a grandes guerra o a héroes legendarios. Él no se preocupa del sol o de la lluvia. El dios de las pequeñas cosas juega con las sutilezas de lo mundano, con la intrascendencia de lo cotidiano. Toca las teclas y modifica los mecanismos que hacen que
Lo que pone sobre la mesa “Las vidas de Grace” es un ejercicio cinematográfico tan arriesgado y honesto, que difícilmente podemos hacer algo más que rendirnos a sus pies. Grace (magnífica Brie Larson) es un personaje absolutamente normal y reconocible. No lleva una vida muy diferente a la que podríamos llevar cualquiera de nosotros. De hecho se puede decir que incluso la vida le sonríe. Tiene un novio que la adora por encima de todas las cosas y un trabajo en el que se siente enormemente realizada. Pese a que no resulta muy sencillo enfrentarse cada día a los adolescentes en situación de vulnerabilidad de los que se ocupa el centro que supervisa, ella está plenamente entregada a ellos y lo hace con plena dedicación y cariño. ¿Dónde está entonces el conflicto? Pues esa es la gran virtud de la cinta: El conflicto está en vivir. Está en ese brillante contrapunto ofrecido por unos jovenes que no están mucho más perdidos que Grace. La cuestión es que Grace ayuda a camina a todos ellos, pero es incapaz de caminar ella misma.
Grace no sufre por el presente. Sufre por el pasado. Las viejas heridas impiden a la joven abrazar la felicidad que el dios de las pequeñas cosas ha tenido a bien ofrecerle. Lucha contra ella misma. Sus miedos son sus propios fantasmas. La mera sombra de lo que un día sufrió es suficiente para que las cicatrices se abran de nuevo, dejando pequeñas manchas de sangre. En “Las vidas de Grace” vamos acercándonos lentamente a un personaje que nos desnuda su corazón, tan difícilmente descifrable. Lo hace sin grandilocuentes momentos de drama. Sin gritos desgarradores ni llantos desconsolados. Si alguien tan poderoso como el dios de las pequeñas cosas se dedica a cuestiones tan naturales, sería una obscenidad que Destin Cretton cogiese su cámara y abordase “Las Vidas de Grace” de un modo mesiánico. Las cosas importantes de la vida se pueden mostrar también sin grandes dramas.
Nunca todo es malo. Siempre queda algo a lo que abrazarse. Esto no es una premisa de “Mr. Wonderful”. Es otro dato más sobre la forma de operar de ese dios de las pequeñas cosas llamado “suerte” que también ofrece pequeñas cosas maravillosas como “Las vidas de Grace”.
Héctor Fernández Cachón
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