Las 16 mejores películas de extraterrestres (Parte 3)

8. Depredador (John McTiernan, 1987): Si sangra, podemos matarlo”, decía Arnold Schwarzenegger en esa época en que rallaba queso con sus abdominales. Pero madre de Dios lo que cuesta matar al bicho… Si no, que se lo digan a sus compañeros de batallón en plena jungla centroamericana. Grande, fuerte, con tecnología punta y feo como él solo, la maquina de matar perfecta poco se podía imaginar que en la tierra se iba a encontrar a semejante bruto. Para verla mil veces y no cansarse.

7. Ultimátum a la Tierra (Robert Wise, 1951): Tranquilos, que no es la de Keanu Reeves. Como buena película de la década de los cincuenta, el trasfondo ideológico latente tras la cinta resulta de lo más interesante. El alienígena de apariencia humana Klaatu trata de integrarse y conocer a los seres humanos mientras que el temible robot que le acompaña, Gort, permanece a la espera. Con lo que descubre de nuestra naturaleza el bueno de Klaatu, ya se pueden imaginar que esto acaba como el rosario de la aurora.

6. Distrito 9 (Neil Blomkamp, 2009): He aquí el ejemplo perfecto de que una avería en un mal sitio es la premisa perfecta para hacerles pasar las de caín a tus personajes… ¡Lo que pasa es que los que tienen la avería son los alienígenas y el lugar equivocado es la Tierra! Como todo dictador xenófogo de manual, los confinamos miseramente y somentemos. Magnífica cinta de profunda base ideólogica (se desarrolla en Sudáfrica. Deduzcan) que se ganaría incluso una nominación al Oscar a la Mejor Película.

5. La invasión de los ladrones de cuerpos (Don Sigel, 1956): A mediados de la década de los 50 y en plena fiebre anticomunista, el brillante director Don Siegel se sacaba de la manga la lúcida “La invasión de los ladrones de cuerpos”, convirtiéndose al instante en imprescindible obra dentro de este subgénero “películas de alienígenas”. Estos no eran muy amigables y, con un tono cercano al terror provocaban un comportamiento extraño entre los vecinos de un pequeño pueblo de California… Puede que “extraño” sea poco decir. Juzguen ustedes mismos.