Aquí no hay miramiento para nadie. Si los datos de audiencia no responden, Netflix se pasa por la guillotina. La política de la plataforma de streaming cada vez es más discutible. Olvidando aquellos días en los que las buenas series sobrevivían independientemente de la reacción del gran público, ahora solo tienes unas semanas para demostrar tu valía. Ya no se busca un éxito que pueda ser sostenido con el paso del tiempo. La inmediatez se ha colado por todas las rendijas de Netflix.
Nos tienen siempre en un sinvivir. Ya da un poco de miedete engancharse a cualquier serie de estreno, porque cualquier día se puede convertir en cadáver. Cada vez son más los seriéfilos que esperan a que los proyectos estén avanzados, no vaya a ser que se los fusilen antes de tiempo. Y precisamente eso es lo que ocurrió con la genial serie de El hijo bastardo y el mismísimo diablo.
Allá por otoño del 2022, la serie de fantasía aterrizaba en la parrilla de Netflix metiéndose en el bolsillo a la prensa especializada y al gran público. Las valoraciones de ambos eran descomunales. Normal, ante semejante derroche de imaginación. Pero a las pocas semanas, El hijo bastardo y el mismísimo diablo era cancelada ante el estupor de todos. Ahora, meses después, seguimos esperando que alguna otra cadena o plataforma pague el rescate de la serie. Ojalá, porque era genial.
Nathan tiene 16 añitos y es el hijo ilegítimo de la bruja más temida de todo el planeta. Como es lógico, ha pasado toda su vida siendo observado en busca de alguna señal que apunte a que pueda seguir el mismo camino “complicado” que su padre, el mismísimo diablo. Los límites entre “bueno” y “malo” se van desmoronando y Nathan mira descubriendo el tipo de persona que es. Una virguería de serie, cancelada tras 8 episodios.
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