¿Por qué ya no interesan Indiana Jones ni Rambo?

Los espectadores somos crueles e infames. O puede que lo que realmente seamos es imprevisibles. Hay películas que son recibidas desde su primer avance como si fuesen la octava maravilla del mundo. Reacciones que prometen taquillazos memorables. Pero cuando la cosa va de comprar entradas, ahí entran una serie de factores que pueden provocar cualquier resultado. Bien lo sabe Indiana Jones.

El arqueólogo más famoso de la historia del cine está viviendo el “síndrome Rambo”. ¿Y esto qué es? Pues un término que se nos acaba de ocurrir, pero que viene muy a cuento. Cada vez que Sylvester Stallone anuncia una nueva película de Rambo, salen fans hasta de debajo de las piedras. “Al fin una película de Rambo”, “amo a Sly”, “no veo que llegue el momento de su estreno”… Pues todo eso son patrañas. Tras conseguir sus tráilers montañas de visualizaciones y reacciones, luego los estrenos de las películas se la pegan.

Indiana Jones y el dial del destino es un magnífico ejemplo de todo esto. Los espectadores guardamos en nuestra memoria con nostalgia aquellos encantadores días en los que lo pasábamos en grande con Harrison Ford, pero ya no interesa demasiado. Hace gracia ver al veterano actor haciendo sus cosas de arqueólogo al ritmo de John Williams, pero no tanto como para invertir 154 minutos y 10 eurillos en la cosa.

Rambo e Indi tuvieron sus momentos. Sentimos hacia ellos un cariño de yayos. Pero más allá de la nostalgia, no parece que tengan la suficiente fuerza como para conectar con nuevas generaciones. Lo que los dos personajes se hacían en su día era la leche, porque nadie lo había hecho antes. Ahora, décadas después de sus primeras apariciones, la realidad es que hay decenas y decenas de películas similares que se han ido estrenando con el paso de los años. Es una lástima, pero no es país para viejos.