Es uno de los directores más importantes del planeta. Christopher Nolan tiene aquello con cuanto sueñan todos: un sello y un estilo muy personal. La crítica le adora y el público, aún más. Memento, Origen, Interstellar o la reciente Oppenheimer son muestra de ello. De ello, la última le ha supuesto su anhelado Oscar. Un galardón que ya se merecía.
La fama de Christopher Nolan se disparaba, definitivamente, con tres entregas de Batman (tres de nuestras favoritas, para ser honestos). No obstante, parece que no todo el mundo confiaba en que pudiese sacar adelante estas películas. El mismo director ha explicado la situación con la que se encontró: “Le dije a la gente que estábamos haciendo una película de Batman, pero seria. Se rieron de mi diciendo que no iba a funcionar. Es maravilloso ser parte de una trilogía que ha demostrado que estas personas estaban equivocadas”.
Parece que para el caso de Christopher Nolan es verdad eso de que quien ríe último, ríe mejor. Las tres entregas fueron un éxito de crítica y de taquilla, convirtiéndose, para muchos, en la mejor versión cinematográfica jamás vista del personaje. De esta manera, solo podemos rendirnos ante lo evidente: este hombre desprende talento por cada poro de su piel. Puede gustar más o menos, pero siempre sale al campo a jugársela y a dejarlo todo, aunque a veces haga que terminemos con dolor de cerebro de tanto pensar. Un buen zasca el de Nolan a todos los que se burlaron de su Batman.