Crítica de Soy Nevenka

“Soy Nevenka” es una película dirigida por Icíar Bollaín que pone en primer plano la historia de Nevenka Fernández, una pionera en denunciar y ganar un caso de acoso sexual en España contra el exalcalde de Ponferrada, Ismael Álvarez. A lo largo de los testimonios, la película logra transmitir de manera intensa el dolor, la soledad y la lucha de Fernández frente a una sociedad que no estaba preparada para apoyar este tipo de denuncias en los años 2000.

La narrativa combina entrevistas con recreaciones, dando a la historia una dimensión emocional que va más allá del caso judicial, mostrándonos las secuelas personales y sociales del acoso que sufrió Nevenka. Mireia Oriol, quien interpreta a Nevenka, ofrece una actuación matizada que resalta tanto la fragilidad como la valentía de la protagonista. Su papel, aunque sobrio, es poderoso, ya que no intenta dramatizar en exceso, sino que deja que el silencio y las pausas cuenten parte de su historia.

Lo que más resalta es el enfoque de Bollaín, quien presenta la historia desde una perspectiva humana, permitiendo que los hechos hablen por sí solos sin caer en excesos melodramáticos. Esto permite a los espectadores ver de manera clara el contexto cultural de la época y cómo ha cambiado el panorama desde entonces.

La película también explora temas que, aunque ocurrieron hace más de veinte años, siguen siendo actuales, como la falta de apoyo institucional y el estigma hacia las mujeres que denuncian abuso de poder. Aunque algunos críticos mencionan que la trama es predecible debido a la cobertura mediática del caso, es el impacto emocional y el enfoque íntimo lo que convierte a “Soy Nevenka” en una pieza relevante para reflexionar sobre la violencia de género y la justicia en España.

Con un ritmo pausado pero constante, la película permite que el espectador absorba toda la complejidad del caso, sin sentir que está siendo manipulado emocionalmente.

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