Si os decimos que una chica llamada Dorothy es transportada a otro mundo junto a su perro Toto, lo normal es que la cosa os suene familiar. Si a eso le añadimos el hecho de que ese mundo se llama Oz, que existe una guerra por gobernar el territorio y que la magia campa a sus anchas poco más tenemos que añadir. Así se presentaba en la pequeña pantalla Emerald City, una de las series llamadas a convertirse en la gran triunfadora del año. Nada más lejos de la realidad, ya que su discreta propuesta creativa y sus pobres audiencias han terminado con cualquier opción de futuro de la ficción.
El pasado mes de enero, Emerald City llegaba de la mano de la NBC con muchas miradas puestas sobre su espalda. No es para menos, ya que llevábamos varios años oyendo hablar de un proyecto que parecía condenado a ni estrenarse. El problema comenzaba a hacerse patente después de un debut que sólo era capaz de congregar a 4,5 millones de espectadores, lo que se traducía en un 1% de audiencia. Los capítulos iban emitiéndose y, lejos de despegar, el público caía hacia los 2,9 millones. Un resultado inaceptable para la NBC, lo que llevaba a cancelar la serie al término de su primera temporada.
Emerald City se presentaba como un remake televisivo de la clásica historia de Oz. Dorothy es transportada junto a su perro a través de un tornado a un mundo místico, en el que un malvado mago prohibió la magia y se hizo con el control de los reinos del lugar. En ese mundo lleno de batallas, brujas y sangre, esta joven de Texas se convertirá en la heroína que tendrá en sus manos el destino de todos sus habitantes.